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IDFA 2017

Crítica: The Distant Barking of Dogs

por 

- El documental de Simon Lereng Wilmont, que fue galardonado en el IDFA, cuenta la historia de un niño que crece en la zona de guerra del Donbáss

Crítica: The Distant Barking of Dogs

Al cineasta danés Simon Lereng Wilmont se le conoce por sus documentales dirigidos a niños; su última película, The Distant Barking of Dogs [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, se ha hecho con el Premio IDFA a mejor primera aparición en el Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam. La cinta es un documental observacional que cuenta un año en la vida de un niño de diez años que vive en una zona de guerra. 

Oleg vive en Hnutovo, un pueblo a solo un kilómetro del frente del Donbáss, con su abuela Aleksandra. Su madre ha fallecido; el film no da información sobre la causa de su muerte, pero en una conmovedora escena, Oleg visita con su abuela la tumba de su madre. El chico suele pasar el rato con su primo pequño Yarik, hijo de su tía Alyona, y un adolescente mayor que ellos, Kostya. 

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Los chicos pasan sus días nadando en el río (brindando algunos de los planos más líricos de la cinta) o rompiendo botellas con un tirachinas y hablando sobre qué supone ser un hombre de verdad. Todo esto podría parecer una infancia normal, si no fuera por el sonido de los helicópteros, los disparos, los bombardeos y Howitzers que se oyen intermitentemente en la distancia, así como los casquillos de bala que colecciona Kostya.

En una escena muy emocional, Yarik se va con Alyona y su novio, que es soldado, a una parte más segura del país, como ya hicieron la mayoría de los lugareños; se estima que tres millones de personas han tenido que desplazarse desde el comienzo del conflicto en Ucrania.

La guerra se acerca al pueblo. Después de una noche con un bombardeo especialmente fuerte, el profesor del colegio hace un ensayo de evacuación con los niños. La película, que hasta el momento ha sido tranquila, se vuelve más urgente: desde el patio de Aleksandra, vemos los proyectiles contra el fondo del cielo nocturno, y la cámara se agita por una explosión que suena más cerca de lo tolerable. 

La guerra también va adquiriendo una mayor presencia en las mentes de nuestros héroes; en una explicación en off, Aleksandra habla del temblor incontrolable de sus manos, y cómo tuvo que ponerse a limpiar para ocultarlo a los niños. Yarik ha vuelto; prefiere quedarse con su abuela que con su madre y su novio, lejos de los niños del colegio, que se meten con él. 

Wilmont ha creado un documental hermoso, lírico y observacional que no se mete en política, centrándose en el proceso de maduración de Oleg y los cambios que acarrea su situación. El cineasta filma a sus protagonistas muy de cerca, tanto en lo visual como en lo emotivo, y el espectador siente que les está conociendo íntimamente. 

Los chicos y la abuela son héroes muy cinematográficos. La inocencia del niño, que desaparece inevitablemente con el sonido de cada bala, resulta fascinante, y la amabilidad y fortaleza de Aleksandra no solo son admirables, sino absolutamente adorables.

Wilmont tiene claramente una sorprendente habilidad para abordar los temas de los niños, lo cual también demuestra el hecho de que su proyecto de serie documental Kids on the Silk Road, que codirige junto a otros dos realizadores, Jens Pedersen y Kaspar Astrup Schröder, se hiciera en Ámsterdam con el premio a mejor pitch.

The Distant Barking of Dogs es una coproducción entre la compañía danesa Final Cut for Real, la finlandesa Mouka Filmi y la sueca Story. La compañía afincada en Tel Aviv Cinephil detenta los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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