29/09/2017 - SAN SEBASTIÁN 2017: El sueco Jens Assur brinda un primer largometraje atmosférico y cautivador protagonizado por unos excelentes Reine Brynolfsson y Jacob Nordström

El director sueco Jens Assur se centra en las vicisitudes de un granjero en un primer largometraje de lo más apetitoso. Ravens [+lee también:
tráiler
entrevista: Jens Assur
ficha de la película], presentada en la sección Nuev@s Director@s del 65º festival internacional de cine de San Sebastián, aborda el eterno conflicto intergeneracional entre la tradición y la modernidad.

La historia está ambientada a finales de los años 70, en una granja en mitad de ninguna parte. Una familia de cuatro miembros se las ve y se las desea para sacar de la tierra los cultivos que necesita para sobrevivir. Esta lucha es más dura de lo que habría cabido esperar. Estamos a principios de la primavera y la niebla y el frío parecen empeñados en extenderse lo más posible sobre el océano marrón que Agne (excelente Reine Brynolfsson) alquila a un latifundista local. Exhausto por décadas de batallas contra la naturaleza, la única esperanza de Agne es que su hijo mayor, Klas (Jacob Nordström), tome su lugar pronto. Sin embargo, Klas tiene otros planes para su futuro.

Por lo menos en algunos de sus temas, Ravens recuerda al clásico del cine sueco Un solo verano de felicidad, que ganó el Oso de Oro de la Berlinale en 1952. La cinta que nos ocupa presenta una sociedad patriarcal en la que las mujeres obedecen a sus maridos, los hijos siguen el camino de sus padres y toda posesión debe ganarse mediante un duro trabajo. Es un mundo dominado por un único villano, la naturaleza, al tiempo que otro mundo permanece fuera del campo de visión de Agne, el de la tecnología.

La música lúgubre y en ocasiones amenazante de Peter Von Poehl y la soberbia fotografía de Jonas Alarik sirven maravillosamente bien al relato de la vida de esta familia durante un año: una vida sin alegría. No sorprende que a Klas le encante quedarse mirando los pájaros. Los pájaros se elevan altos en el cielo y algunos vuelan lejos, a miles de kilómetros, dejando atrás el cieno largo y frío. Por desgracia, Klas no puede hacer lo mismo, pues debe tomar el relevo e invertir su futuro exactamente como invirtió su pasado Agne, obsesionado con el suelo tanto como el otro está obsesionado con el cielo. Uno entierra sus manos y sus pies en la tierra al tiempo que el otro usa prismáticos para traer belleza (principalmente en forma de pájaros y chicas) a su vida. Es un conflicto cautivador, fácilmente comprensible hasta por quienes ni podrían pasar una hora trabajando la tierra.

Muchos espectadores estarán de la parte de Klas, obviamente, con la esperanza de que no pase su vida en semejante prisión a los antojos de la naturaleza, pero la estrella de la historia es su padre. El guion juega con eficacia con las expectativas del público. ¿Es un villano? ¿Es una víctima? ¿Hasta dónde irá con tal de preservar el único modo de vida que ha conocido? Agne, sin embargo, es un personaje mucho más complejo. A lomos de una interpretación formidable de Brynolfsson, el guion va poniendo capas y más capas a su personaje hasta erigir una figura exuberante, hecha de trabajo duro y fortaleza, sacrificio y abnegación, resuelto y resignado, una figura que merece tanta piedad como admiración. Agne puede ser fácilmente uno de los personajes más fascinantes que podrán verse en una gran pantalla en 2017.

Ravens es una producción de la sueca Film and Arts Affairs en coproducción con las también suecas Co_Made, Film i Väst, Tiisch Film, la televisión pública del país y Studio Jens Assur. La parisina Celluloid Dreams gestiona sus ventas internacionales.

(Traducción del inglés)