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TORONTO 2017 Platform

Crítica: Dark River

por 

- TORONTO 2017: El tercer largo de Clio Barnard es un fascinante y emotivo drama que explora el tema del abuso sexual

Crítica: Dark River
Ruth Wilson y Mark Stanley en Dark River

Cuatro años después de su segundo largo, The Selfish Giant [+lee también:
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—que gozó de muy buena acogida—, la artista y cineasta británica Clio Barnard regresa a su Yorkshire natal en su tercer trabajo, Dark River [+lee también:
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. La película, que se llama igual que un poema de Ted Hughes, participa en la sección Platform del 42º Festival Internacional de Cine de Toronto.

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Una esquiladora de ovejas llamada Alice (Ruth Wilson) vuelve a la granja de su familia, en Yorkshire, después de una ausencia de 15 años, tras la muerte de su padre Richard (Sean Bean). Allí se encontrará, por primera vez desde que se fue, con su hermano Joe (Mark Stanley), que se quedó cuidando solo a su padre enfermo y a la propiedad. Alice ha regresado para reclamar su derecho a vivir en la granja, lo cual sorprende a Joe; los dos hermanos entran en conflicto. Mientras tanto, otros propietarios de la zona comienzan a ver a Alice como una amenaza. La protagonista no solo trata de salvar lo que queda de la relación con su hermano, sino que además debe enfrentarse a recuerdos traumáticos, pues su padre abusó sexualmente de ella en la adolescencia. 

Dark River es un drama perturbador y emotivo que capta de inmediato la atención del espectador, todo un mérito considerando que la exploración de temas tan íntimos y trágicos como estos requiere un ritmo pausado. Barnard se inspiró en la novela de 2010 Trespass, escrita por Rose Tremain, y desarrolló un guion a partir del libro junto con su asistenta de escritura Lila Rawlings; la trama analiza la difícil relación entre los dos hermanos y la lucha que supone afrontar los recuerdos en cuanto que mujer víctima de abuso. 

Utilizando como excusa el derecho a vivir en la granja, Alice pretende desenterrar el pasado y enfrentarse a él. Necesita liberar esa tensión y que Joe la acompañe en ese desolador viaje. Para ella es importante dejar atrás sus traumas, aunque parezca casi imposible. Alice vuelve, más desprotegida que nunca, a un entorno dominado por hombres en el que tendrá que exorcizar sus propios demonios y evolucionar como persona. Wilson, conocida por sus papeles en las series The Affair y Luther, parece la actriz perfecta para retratar a una protagonista valiente, una antigua víctima que ha forjado una fachada de fuerza e independencia para poder sobrevivir. Detrás de su insondable máscara, Alice todavía necesita un cierto espacio y tiempo para liberarse de su pasado, y un río oscuro será el medio perfecto para enterrar sus recuerdos traumáticos. 

Para potenciar la verosimilitud de la historia, la cineasta realizó una investigación exhaustiva mientras creaba los personajes. Colaboró con prestigiosos psiquiatras forenses que se especializan en tratar a supervivientes y perpetradores de abuso sexual. Este meticuloso proceso permitió a Bernard profundizar en sus protagonistas y, sin recurrir a artificios de ningún tipo, crear personajes que son sobrios y realistas y que emocionan con una naturalidad que solo puede compararse con la inmaculada pureza del campo que les rodea. Echando hondas raíces en el Yorkshire rural en que se ambienta, y entrando en resonancia con las rimas de la versión de P. J. Harvey de la canción tradicional "Acre of Land", Dark River es una elegía folk sobre el entierro del pasado. 

Dark River es una coproducción británica de la productora habitual de Barnard, Tracy O'Riordan (Moonspun Films), y de Lila Rawlings, Suzanne Mackie y Andy Harries (Left Bank Pictures); contó con el respaldo de Film4, Screen Yorkshire y el BFI, en colaboración con el Wellcome Trust. La compañía londinense Protagonist Pictures gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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