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KARLOVY VARY 2017 Competición Documentales

Crítica: The White World According to Daliborek

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- KARLOVY VARY 2017: El checo Vít Klusák retrata de manera sencilla la vida de un neonazi, partiendo de un humor casi ridículo y absurdo, y llegando a un final demoledor

Crítica: The White World According to Daliborek

El auge de las ultraderechas nacionalistas en la Europa actual puede percibirse como una reacción instintiva. Los ciudadanos responden a la brutal crisis económica, la incesante afluencia migratoria y el cada vez más paranoico miedo al terrorismo. Pero lo que no podemos olvidar es que, pese a quien le pese, tales ideologías han sido siempre compartidas y espoleadas por ejemplos de seres humanos que, por decirlo de manera suave, dejan mucho que desear. Y uno de ellos es el que el documentalista checo Vít Klusák elige como personaje central de The White World According to Daliborek [+lee también:
tráiler
entrevista: Vít Klusák
ficha de la película
]
, estrenada mundialmente en la Competición Documentales del 52° Festival de Karlovy Vary.

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Ese es Dalibor, un hombre de casi 40 años que aún vive en el apartamento de su madre en la ciudad checa de Prostějov. Dalibor (o con cariño, Daliborek), es muy rubio, muy macho y muy neonazi. ¿Cómo puede pues un cineasta retratar a un personaje que, por la propia naturaleza de sus ideas, genera desprecio ya de partida? Como ya ha demostrado en sus documentales anteriores, Vít Klusák tiene la respuesta: con humor. Y si llega al ridículo y al absurdo, mejor.

Así, se nos presenta la vida de Dalibor, que, encerrado en su habitación decorada tanto con banderas con cruces templarias como con adornos horteras, se dedica a grabar vídeos de Youtube con poco talento pero mucha rabia. Canciones de creación propia sobre cómo se debe esclavizar a las mujeres y vídeos fingiendo el asesinato de su madre o la persecución de dos gitanos alrededor de una hoguera (que no son más que su madre y su novio con la cara pintada de negro). Dalibor también quiere amor, y aunque no le va muy bien en el tema, conoce a una joven madre soltera, Jana, que, debido seguramente a una vida personal muy complicada, le acaba siguiendo el rollo.

Aunque Klusák presente viñetas de la vida cotidiana de Dalibor, entre su casa y la fábrica que trabaja, de una manera a veces demasiado sencilla, sabe poner el foco en lo más relevante. La cinta se articula en torno a esas repetidas y a menudo irrisorias conversaciones llenas de odio y racismo, haciendo que el espectador se enfrente a una ideología injustificable.

Interesantemente, The White World… guarda para el final (en concreto, el epílogo) su pasaje más brutal. En un viaje de la familia a Auschwitz, el extremismo de Dalibor llega a niveles dolorosos para cualquiera. Lo que podía haberse percibido como hilarante hasta el momento da paso a lo, a todas luces, inhumano, provocando incluso la intervención del equipo de la película en la historia para desvelar un secreto del que el espectador no había tenido pista alguna antes. Un poco de justicia kármica.

La película ha sido producida por Hypermarket Film y Ceská Televize (República Checa), Peter Kerekes Film (Eslovaquia) y Britdoc (Reino Unido).

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