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MÁLAGA 2016

Zoe: no sin mi hija

por 

- Ander Duque pasa del documental a la ficción con una película fronteriza entre estos géneros, rodada con un equipo mínimo pero potencia dramática, íntima y de denuncia social

Zoe: no sin mi hija

Ander Duque es un cineasta y músico bilbaíno instalado en Barcelona, que ha simultaneado el rodaje de cortos tan premiados como Sugus y brandy con documentales: de las constantes de este género se alimenta Zoe [+lee también:
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, su primer título de ficción, que compite en la sección oficial del 19° Festival de Málaga. Cine Español. Precisamente en este mismo certamen, hace un año, se alzaba con el premio a la mejor actriz Natalia de Molina por su labor en Techo y comida [+lee también:
tráiler
entrevista: Juan Miguel del Castillo
ficha de la película
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, título con el que Zoe comparte preocupación social y alguna coincidencia temática.

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Como en aquella cinta, aquí también la cámara sigue a una madre joven, soltera, sola y vapuleada por la crisis, pero la manera de narrarlo difiere de la película de Juan Miguel del Castillo: Zoe se ha rodado con un equipo diminuto, formado por los actores –muchos de ellos no profesionales– y el director, quien armado con cámara y colocando estratégicos micrófonos por los escenarios reales del film, ha logrado un naturalismo en las interpretaciones, una intimidad en las situaciones domésticas y tal bocado de la cruda realidad que azota a un pueblo andaluz, que sorprende a la vez que emociona profundamente.

Producida por el propio director con un presupuesto reducidísimo, Zoe aborda la ficción desde la no ficción: el origen del film surge cuando la actriz principal (Rosalinda Galán, que debuta en el cine tras muchas horas de teatro) habló a Duque de su pueblo, Los Palacios y Villafranca (Sevilla), y de su sobrina Zoe, de cinco años, quien está creciendo en un entorno duro manteniendo intactas su pureza e imaginación. Esas mismas virtudes servirán a Rosalinda –que en el film interpreta a la madre de la cría- para luchar en la búsqueda de una salida a su situación. Gracias precisamente a ese parentesco y confianza que ya tenían las dos chicas, la película supura verdad, afecto y complicidad, que un director casi ausente deja fluir libremente.

Filmada con luz natural por una cámara realista que no renuncia al desenfoque y puntuada por música compuesta por Duque junto a su actriz principal, Zoe (producida para Uveme A.V.C.E.) está narrada como una cuenta atrás hacia un aciago suceso que intuimos desde la primera (y onírica) escena del film: pero no por ello dejamos de sentir empatía e interés por esa relación especial entre madre e hija, refugiadas en la infancia para evadirse del mundo.

Una semana de rodaje (coincidente con esa jubilosa navidad que se intuye al fondo del deambular de los personajes centrales, acentuando sutilmente su desgracia, como un lado oscuro de la supuesta felicidad colectiva y obligada de estas fiestas), donde se alternan exteriores no precisamente de postal con interiores donde no faltan amigos comprensivos, familiares terribles y recuerdos costumbristas (esa abuela que rememora su vida matrimonial, esas fotos de primera comunión…), ha servido a Duque para realizar esta Zoe que, por méritos propios, ha saltado de la prevista Zonazine a la sección oficial a concurso de este certamen, donde puede dar más de una sorpresa.

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