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PELÍCULAS Portugal

Sale a la luz la película póstuma de Oliveira

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- Rodada en 1981, Visita ou Memórias e Confissões, de Oliveira, es una canto a la vida y una oda al amor de familia

Sale a la luz la película póstuma de Oliveira

Después de todo lo que se ha dicho y hecho, todavía quedaba una cinta de Manoel de Oliveira, que murió el mes pasado a los 106 años (leer más), una película que dirigió en 1981 con la intención de que solo se proyectara tras su muerte. Treinta y cuatro años y casi 30 películas después, Visita ou Memórias e Confissões (lit. “Visita o recuerdos y confesiones”) se desveló finalmente ayer ante una curioso público que llenó el gran auditorio del Teatro Rivoli de Porto, ciudad natal de Oliveira.

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Visita ou Memórias e Confissões sorprende por su libertad incondicional, tanto en términos de forma como de contenido, y su título describe perfectamente el filme: una visita (a una casa), recuerdos (de toda una vida), y confesiones (por parte de un cineasta de 73 años que probablemente no pensaba seguir rodando tanto tiempo como finalmente lo hizo). Los árboles tienen raíces, las casas tienen cimientos y Oliveira tenía una familia. La película arranca con la voz en off del director leyendo los nombres del equipo técnico y artístico mientras filma los árboles del jardín de la casa en la que vivió con su mujer, Maria Isabel, y con sus cuatro hijos durante más de 40 años. Entonces, a principios de los años ochenta, iban a vender la casa para saldar algunas deudas.

Ese hecho empujó a Oliveira a filmar el lugar (tanto los interiores como los exteriores) y a indagar en algunos de los momentos que vivió allí. Esto da pie a  testimonios personales mirando directamente a cámara pero también a segmentos en los que aparecen grabaciones familiares y fotos antiguas, además de una película dentro de la película: una sección entera en la que se recrea ficcionalmente la captura de Oliveira en 1963 por la policía del régimen de Salazar.

Al mismo tiempo, un hombre y una mujer invaden la casa, exploran sus innumerables habitaciones leyendo un diálogo escrito por Agustina Bessa-Luís, que entonces era amiga y colaboradora habitual de Oliveira. Escuchamos las voces de Diogo Dória y de Teresa Madruga pero nunca les llegamos a ver ya que sus secuencias, al igual que muchas otras, recurren a planos subjetivos para capturar las extraordinarias líneas modernistas y la decadente belleza de la casa.

Y sí, lo que hasta ayer había sido el secreto mejor guardado del cine portugués es efectivamente una película patrimonial, un proyecto que mira hacia el pasado sin nostalgia alguna y celebra la vida de un hombre que también era un artista. Pero, tal como comenta la mujer de Oliveira, rodeada de dalias de colores, en una de las escenas de la película, "No se puede separar al hombre del artista". Ambos se funden en un ser único, indivisible, complejo, obstinado, intelectual y místico, características que convirtieron a Manoel de Oliveira en una figura única en el mundo del cine.

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(Traducción del inglés)

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