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GENTE Portugal

Portugal se despide de Manoel de Oliveira

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- El director luso más aclamado de la historia ha muerto esta mañana a los 106 años

Portugal se despide de Manoel de Oliveira
Manoel de Oliveira

Manoel de Oliveira ha fallecido esta mañana a los 106 años. Aparte de ser el director portugués más aclamado a nivel internacional, también era el director en activo más anciano del mundo. Su legado incluye 33 películas y numerosos cortometrajes, y su muerte ha generado una inmensa aflicción entre los profesionales del cine nacional e internacional y sus devotos seguidores.

Manoel de Oliveira nació el 11 de diciembre de 1908 en Oporto. Tras haber participado en la película Fátima Milagrosa de Rino Lupo en 1928, dirigió su primer cortometraje, Douro, Faina Fluvial, en 1931. Su canto de cisne, O Velho do Restelo, se estrenó el año pasado en el Festival de Venecia antes de su distribución nacional, que se efectuó para celebrar su 106º cumpleaños (leer más).

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Entre Douro, Faina Fluvial y O Velho do Restelo, Oliveira disfrutó de una carrera que abarca 83 años, durante los cuales escribió y dirigió numerosas películas consideradas emblemáticas en la historia del cine portugués, tales como, durante las primeras décadas, Aniki Bobó (1942) y O Pintor e a Cidade (1956). Pero fue después de la Revolución de los Claveles, en 1974, cuando Oliveira entró en un periodo creativo más prolífico, construyendo una sólida y coherente obra, que incluye varias adaptaciones literarias y películas que reflejaron la historia de Portugal. Entre las más famosas se encuentran Amor de perdición (1979), Francisca (1981), No, o la vana gloria de mandar (1990), O Convento (1995), Party (1996), Palabra y utopía (2000) y, más recientemente, Belle Toujours [+lee también:
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(2006) y El extraño caso de Angélica [+lee también:
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(2010), basada en un guion escrito originalmente 40 años antes.

En 2011, cuando un periódico nacional lo entrevistó, Oliveira, con 103 años, habló sobre su vida pero también sobre su muerte: “No tengo miedo en absoluto. Le tengo miedo al dolor, pero no a la muerte. Una vez muerto, tu espíritu se libera.” Su deseo era el de continuar trabajando hasta su muerte, y eso fue justo lo que hizo. Ya físicamente debilitado, consiguió rodar parte de su último cortometraje, O Velho do Restelo, en el jardín de su casa de Oporto.

A veces criticado por sus detractores por la exigencia y teatralidad de sus películas, Oliveira se mantuvo indiferente a las opiniones y forjó su reputación como un talentoso y libre director que no solo influyó en las nuevas generaciones, sino que también contribuyó a crear la imagen mundial del cine de autor portugués.

Las reacciones a su muerte homenajearán seguro al hombre y a su talento, pero está claro que ningún tributo podría ser más ingenioso o efectivo que el comentario que una vez hizo el también fallecido director João César Monteiro: en Portugal hay un director que es demasiado grande para el país, y hay dos soluciones, o el país se agranda, o él encoge. Descanse en paz, maestro.

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(Traducción del inglés)

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