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BERLINALE 2015 Competición

As We Were Dreaming: un endiablado Trainspotting de Alemania del Este

por 

- BERLÍN 2015: Andreas Dresen cuenta la vida de cinco adolescentes del Este antes y después de la caída del Muro, en una historia de maduración llena de humor sobre un fondo techno

As We Were Dreaming: un endiablado Trainspotting de Alemania del Este

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(2011), que describía con una notable sobriedad la fase terminal de un cáncer, el excelente director alemán Andreas Dresen vuelve con As We Were Dreaming [+lee también:
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, en competición en Berlín, a la vertiente menos naturalista que supone el otro polo de su filmografía, y el humor que van con ella, sobre un ritmo más endiablado que nunca. La música techno de principios de los años 90 está por otra parte tan presente en esta historia de maduración que podríamos calificar, en muchos aspectos, como un Trainspotting de Alemania del Este, con incluso más descaro: los cinco amigos de la periferia de Leipzig que seguimos, desde su infancia como jóvenes pioneros del comunismo a sus años de delincuencia explosiva en la Alemania reunificada, viven realmente una vida peligrosa. 

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Los remordimientos y la droga están también ahí, una vez barrida la postal comunista y los coloridos recuerdos de la época en la que los chicos tenían solo diez años y pequeños fulares rojos alrededor del cuello, una vez acaba el entusiasmo de la reunificación. Es también de esa manera que la película comienza, en la penumbra de una sala de cine cerrada en la que Dani (encarnado por el atractivo Merlin Rose) se encuentra con su amigo Mark (Joel Basman), ahora toxicómano. En un desesperado esfuerzo por llevarlo hacia la luz, Dani se convierte en el guía de la historia de su adolescencia despreocupada y de sus sueños.  

Entramos después en este vasto flashback por un portal luminiscente: las manos de bailarines enfebrecidos ondulan bajo las luces de una discoteca underground cuya historia se nos explica más tarde. La continuación está dividida en capítulos de contundentes títulos que sobrevienen sin esperárselos, presentados en grandes letras mayúsculas de colores siempre vivos: Preparaos, Rivalidad, Tormenta en la cabeza, Siempre preparados, El hada de la lotería, Siempre preparados, Los grandes combates, La Osa Mayor... Los episodios, que nunca se nos relatan de manera cronológica (produciendo un pequeño efecto de vaivén entre el periodo de antes de la caída del Muro y el de después), son a veces encantadores, a veces apasionantes. En la primera categoría, nos encontramos con el entrenamiento para combate de jóvenes pioneros que transforma la escuela en zona de guerra, y los niños en heridos (lo que permite que las enfermeras de pega se ocupen de sus heridas, y que Mark amague hacerse su primer pinchazo), así como el momento en el que DJ Frog (David Berton), su compañero friki, se enamora de la joven que vende los billetes de lotería, y todas las escenas en las que nuestros jóvenes amigos se excitan por las chicas (o portan educadamente con las ancianas de sus inmuebles, tan excéntricas y alcohólicas como pueden llegar a ser). En la segunda, nos encontramos con algunas persecuciones, los enfrentamientos recurrentes y musculados contra una banda de neonazis o algo parecido, los combates de boxeo de Rico (Julius Nitschkoff) y sobre todo las noches con anfetaminas en la discoteca de techno que los cinco chicos consiguen montar en una fábrica abandonada, apenas mayores de edad, con Frog en la mesa de mezclas y Pitbull (Marcel Heuperman) de portero. 

El hilo de la historia, y lo que la convierte tan conmovedora y apasionante, es la amistad incondicional que une a través de todos estos vivos y alucinados años a estos cinco “hermanos”, su cohesión en contra de todo… y su hermosa juventud: en la que son inseparables, como los dedos de la mano. El final, cuando los sueños se derrumban, corresponde al momento preciso en el que se nos arranca de aquellos con los que hemos crecido y, en el instante a continuación, nos encontramos ya echando la vista atrás, repletos de remordimientos y nostalgia. Este capítulo no lleva un nombre atronador, sino uno triste, solitario como un murmullo: Abschied, "adiós".

As We Were Dreaming, escrito por Wolfgang Kohlhaase (que ya había escrito para Dresen los guiones de Verano en Berlín [+lee también:
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así como el de El silencio tras el desparo de Volker Schlöndorff) a partir de un best-seller de Clemens Meyer, ha sido producida por Rommel Film, coproducida por Iskremas Filmproduktion y la compañía francesa Les Films du Losange, y apoyada por las cadenas regionales alemanas ARD, BR, MDR y RBB, así como el antiguo director de la Quincena de los Realizadores de Cannes Olivier Père, para ARTE. Sus ventas internacionales corren a cargo de The Match Factory.

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(Traducción del francés)

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