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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Fasten Your Seatbelts: Las turbulencias de la vida

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- En su décimo largometraje, una comedia dramática coral, el director turco afincado en Italia retrata la pasión del amor y el momento en el que es necesario enfrentarse al dolor real, la enfermedad y la muerte.

Fasten Your Seatbelts: Las turbulencias de la vida

Hay dos momentos en los que llegan irrefrenables turbulencias y es necesario abrocharse el cinturón de seguridad: cuando nace el amor y cuando se experimenta el dolor verdadero y hay que hacer frente a la enfermedad y la muerte. En su décima película, titulada Fasten Your Seatbelts [+lee también:
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, Ferzan Özpetek relata una historia con ambos momentos, mezclándolos de manera indisoluble en el paso del tiempo. ¿La pasión sobrevive a los años y trasciende la enfermedad? ¿O se rinde, desiste y se retire?

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Ozpetek ya había delineado en No basta una vida (2007) el retrato de una familia que sufre una enfermedad y sus consecuencias. En Fasten Your Seatbelts , divide la estructura de la historia en dos niveles. El año 2000, cuando a partir de la mirada más que de la palabra nace la atracción entre los dos jóvenes protagonistas, la camarera Elena (Kasia Smutniak) y el mecánico Antonio (Francesco Arca), rudo, racista, homófobo y lleno de tatuajes, que la chica roba a su mejor amiga (Carolina Crescentini). La historia da un salto de trece años. La atracción se ha convertido en una relación estable. Están casados y tienen dos hijos. Él ha ganado peso y es incapaz de una relación madura, por lo que la traiciona. Ella dirige una discoteca de éxito, es ambiciosa. Un día descubre que tiene cáncer de mama. Le rodea el cariño y afecto de su amigo homosexual Fabio (il delizioso Filippo Scicchitano), su madre Anna (Carla Signoris) y la extravagante compañera de ésta (Elena Sofia Ricci). Sin embargo, tendrá que luchar contra la enfermedad con la duda de si su marido sabrá ayudarla.

Este drama/comedia alterna dolor e ironía pero manteniéndolos separados. Como todas las películas del realizador turco afincado en Italia, es rigurosamente coral, pero a diferencia de las anteriores tiene un elemento sentimental de melodrama burgués. No hay rastro de la preocupación de sus primeras películas sobre la aceptación de la homosexualidad, sino que más bien roza las relaciones de fuerza entre hombres y mujeres de clases sociales distintas. La elegante dirección y la lograda fotografía (obra de Gian Filippo Corticelli) retratan los esculturales cuerpos de los protagonistas, mientras que el guion firmado por el director junto a Gianni Romoli da a los dos actores (uno de ellos, Francesco Arca, proviene del mundo de la televisión y su elección ha causado al director no pocos problemas en Twitter) la difícil tarea de que el público se identifique con ellos. Funcionan mejor las miradas incendiarias y los bíceps, pectorales y rostros perfectos, que no dejan de ser el canon de belleza actual.

De nuevo, Ozpetek prefiere no entrar demasiado en profundidad y su manera de provocar la polémica es rodar una tierna escena de sexo con una enferma terminal. Ozpetek ha vuelto al Salento donde rodó Tengo algo que contaros [+lee también:
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, pero podríamos estar en cualquier lado, ya que los personajes no tienen de manera voluntaria ninguna relación con el territorio. Esta es la vida, parece querer decir el director, con sus pruebas, sus desafíos, sus giros repentinos. Abrochaos los cinturones.

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