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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Philomena

por 

- Stephen Frears regresa a la Mostra con una deliciosa tragicomedia que tiene todo para convertirse en un gran éxito internacional.

Philomena

A veces hay historias magníficas flotando en el aire a la espera de que llegue quien sepa capturarlas y contarlas con elocuencia. Tal es el caso de The Lost Child of Philomena Lee, crónica de una conmovedora historia real a cargo del periodista británico Martin Sixmith, a quien da vida en la pantalla Steve Coogan en su propia adaptación al cine: Philomena [+lee también:
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, dirigida por Stephen Frears y acogida con entusiasmo en su estreno mundial en la competición de la 70ª Mostra de Venecia.

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Después de haber estado escondiendo su existencia durante 50 años, Philomena (Judi Dench) decide, un día, salir en busca de su hijo extraviado luego de que se lo arrebataran en sus años de sufrimiento en el convento católico de Roscrea para venderlo. Martin (Steve Coogan) acaba de sufrir un serio revés en su carrera en la política y el periodismo y la historia de Philomena le inspira para volver a la palestra. Así, acompaña a esta mujer en la búsqueda de su hijo, siguiendo una pista que va perfilando una historia tan trágica como extraordinaria, cargada de emoción, de cuestiones de fe y de la capacidad humana para el perdón a pesar de las injusticias y los padecimientos.

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y se diría que Philomena sigue el mismo camino hacia el encuentro con el público, toda vez que el director británico ha conseguido trascender la amargura dramática de esta historia con buenos sentimientos y un humor especialmente agudo. El guion, en el que participó Steve Coogan, que también es coproductor y actor protagonista del film, deja entrever un talento que, curiosamente, aún no ha conseguido seducir a su posible público internacional: diálogos ácidos, choque generacional y de clase, crítica de la religión católica… Los ingredientes se conjugan a la perfección en torno a un asunto abordado en otras ocasiones (con mayor pesadumbre) en The Magdalena Sisters, por ejemplo.

En este territorio, el ejercicio del melodrama es arriesgado pero Frears, con una dirección sencilla, casi alimenticia, consigue configurar una película esencialmente popular y a la vez preciosa. Aunque Philomena es, ante todo, un crowd pleaser, una película agradable para todos los públicos, también se trata de una obra prácticamente única en el patrimonio audiovisual europeo. La clase de los actores contribuye en gran medida a la historia, al contrario que la música reciclada de Alexandre Desplat, demasiado entusiasta en el panorama emocional que se pretende.

Con todo, Philomena trasciende los hechos reales en que se inspira e inscribe su nombre en el firmamento de las historias tristes, bonitas y emocionantes del séptimo arte. La cinta es una coproducción entre Gran Bretaña y Francia a través de Pathé y está prevista su distribución en unos treinta territorios; entre ellos, los Estados Unidos, donde se ocupará de llevarla a los cines la Weinstein Company.

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(Traducción del francés)

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