22/05/2013 - Puenzo vuelve a tratar el exilio del médico nazi Josef Mengele en Argentina à travers un récit dérangeant où le monstre jette son dévolu sur une innocente fillette

El numerosísimo equipo que presentó Thierry Frémaux al público de la sección Un Certain Regard del festival de Cannes daba buena cuenta del doble origen de Wakolda [+lee también:
tráiler
ficha de la película], dirigida por Lucía Puenzo. Para esta obra sobre el asilo en su país de que numerosos nazis disfrutaron tras la Segunda Guerra Mundial, la enérgica hija del cineasta y productor Luis Puenzo se ha rodeado de productores de Argentina, Alemania, Francia y Noruega y actores de ambos continentes, encabezados por el carismático intérprete catalán Àlex Brendemühl, que encarna a Josef Mengele: el médico responsable de los experimentos eugenésicos más atroces de la guerra. Con sus montañas y su gran lago, el escenario en que transcurre la acción, Bariloche (región de la Patagonia que, a principios de siglo, un alemán acondicionó para pasar el verano y terminó cobijando a numerosos criminales de guerra), se da un aire a Baviera o a una zona rural de Suiza. 

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El aislamiento de este remanso de paz para los nazis huidos está acentuado por el largo recorrido a través del desierto necesario para llegar. Será en ese largo camino donde la familia que forman el argentino Enzo, su esposa, Eva, alemana, y sus hijos se cruzarán con el  atractivo Mengele. Impactado de inmediato por la perfección de las proporciones de la pequeña Lilith, Mengele decide seguirlos hasta Bariloche. Una vez allí, mientras los alumnos de la escuela alemana local marginan brutalmente a los recién llegados, mientras una especie de zombis germanófonos con la cabeza bendada se reúnen en una misteriosa clínica (a la que van y vienen mayormente en hidroavión y con toda discreción) y mientras una espía que se hace pasar por fotógrafa manda información sobre los alemanes escondidos en la zona, el doctor estudia no solo a la jovencita de pelo rubio sino también a los gemelos que su madre espera y a las muñecas equipadas con corazones mecánicos que ha inventado su padre.

Este paralelismo entre los planos del padre y los croquis milimétricos de Mengele, a mitad de camino entre el Hombre de Vitruvio y la invención monstruosa del Doctor Frankenstein, es una de las ideas más interesantes de la película. Ella da lugar a planos sobrecogedores, como el que combina la mirada diáfana de Lilith con los ojos azul oscuros de las terribles muñecas con cabellos rubios humanos. Esta proximidad íntima y estremecedora en el ambiente surrealista, casi de pesadilla, de la “colonia” que es Bariloche representa el corazón palpitante de la cinta y confiere toda su fuerza a sus fines históricos. Pues, recordemos, el hombre que distingue a Lilith ("Eres TÚ quien me interesa", le dice) y se gana su confianza, el médico extravagante y perfeccionista que se inmiscuye en la vida familiar y juega a ser el protector para conseguir su propósito, es uno de los criminales más peligrosos del siglo XX y una de sus anomalías más terroríficas. 

(Traducción del francés)