17/05/2012 - Tras 5 años de interdicción, Lou Ye vuelve a China para rodar drama intimista con aires de película de suspense

La sección Un Certain Regard del 65° Festival de Cannes reservó su inauguración al director chino Lou Ye y a su último largometraje: Mystery [+lee también:
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ficha de la película]. La película marca el regreso “oficial” del director a la producción cinematográfica en su país natal, tras los cinco años de prohibición impuesta por las autoridades chinas, consecuencia de haber afrontado al tema tabú de la masacre de Tian’anmen en su película Summer Palace [+lee también:
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ficha de la película] (2006). Si esta vuelta a China es ahora (solamente) “oficial”, eso es porque, en un gesto de resistencia, el director no ha parado de trabajar: rodó en China, clandestinamente, la preciosa Spring Fever [+lee también:
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ficha de la película] (premio al mejor guion en Cannes en 2009) y en Francia, la menos exitosa Love and Bruises (2011), presentada en los últimos Venice Days de la Mostra.

Así pues, Mystery, rodada legalmente en China y coproducida por la parisina Les Films du Lendemain, deja entrever ya desde su título que se trata de una película de suspense. Sin embargo, en una elección tan inesperada como discutible, el director y sus guionistas (Mei Feng y Yu Fan) han decidido centrarse en el drama privado del trío de protagonistas (el marido, la mujer y la amante) en detrimento de una investigación policial pura y dura y de la crítica social que habría servido para potenciar el material dramático que tenían entre manos. Mystery podría haber sido un thriller clásico; en su lugar, opta por renegar una parte de los códigos del género, baraja las cartas y juega con sutileza en el campo del intimismo.

Lu Jie (Hao Lei, ya protagonista de Summer Palace) ignora que su marido Yongzhao (Qin Hao) lleva una vida doble. Un día lo ve entrar en un hotel con una mujer más joven. No obstante, esa joven, que muere ese mismo día atropellada por un coche bajo una lluvia intensa, no era más que uno de los numerosos romances que ha mantenido su marido, ejecutivo de éxito y participante en el culto de las apariencias.

El accidente lo investiga un agente poco comprometido con su trabajo; durante el proceso se ignorarán pistas importantes y culminará oficialmente con la madre de la joven recibiendo una nueva casa por parte de la familia millonaria del conductor del coche. Este desenlace deja entrever una mirada crítica a una clase de nuevos ricos en China que piensan que pueden controlarlo casi todo, incluidas la moral y la justicia, y que lo hacen con la complicidad pasiva de las instituciones; pero esa crítica es ligera y no constituye la fuerza dramática de la película, sobre todo porque tras reiniciarse una investigación “no oficial” del caso, el final de película queda abierto en ese punto. Lo que parece interesar al director es, mediante las elipsis (tan típicas en sus obras) y de un flashback largo y revelador, explorar el misterio desde su interior, y retratarlo poco a poco a través de la relación de manipulación recíproca entre dos rivales: Lu Jie, la esposa, y Sang Qi (interpretada por la debutante Qi Xi), que no es más que otra amante de Yongzhao.

Visualmente, Mystery es un película que sumerge, coherentemente, a sus personajes en una oscuridad lluviosa y en una dura urbanidad. La mayor parte de los planos corren a cargo de una cámara inestable y algunas secuencias se componen de imágenes borrosas sobre un misterio de contornos poco definidos. El compositor Peyman Yazdanian, colaborador habitual de Lou Ye, acentúa el tono grave de la película con una fabulosa banda original que se opone claramente a la versión asiática de la alegre novena sinfonía de Beethoven que se escucha al principio y hacia el final de la película: indicador irónico de una falsa tranquilidad que vuelve para el personaje del marido tras un negro paréntesis.

Mystery forma parte del catálogo de ventas de la sociedad francesa Wild Bunch.