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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Amor

por 

- Michael Haneke firma una nueva obra maestra, depurada, profunda y púdica sobre la vejez, los sentimientos y el final de la vida.

La película comienza por el final, con el estrépito de una puerta que los bomberos tiran y tras la que descubrimos el cadáver de una anciana sobre una cama llena de flores en un enorme apartamento burgués. Con Amor [+lee también:
tráiler
entrevista: Michael Haneke
ficha de la película
]
, estrenada esta mañana en competición en el 65º festival de Cannes, el austriaco Michael Haneke (que ya se hizo con la Palma de Oro en 2009 y se llevó de la Croisette el premio al mejor director en 2005 y el gran premio del jurado en 2001) firma una nueva obra maestra, un cuadro perfecto, profundo y pudoroso sobre la vejez, los sentimientos y el final de la vida. Protagonizada con una contención digna de todo elogio por Emmanuelle Riva (85 años) y Jean-Louis Trintignant (81 años), dos figuras míticas del cine francés, la película, que no busca seducir con efectos melodramáticos, observa a puerta cerrada, como a través de un espejo, la lenta evolución de una pareja de ancianos hacia la muerte de uno de ellos: Delicado trabajo de cineasta zen que se centra en lo esencial del ser humano, en esa sucesión de pequeños detalles que nos hacen felices.

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Amor avanza mediante pequeños detalles que siguen el ritmo lento de sus protagonistas. Se abre el telón con el retrato de una pareja cómplice, prendada de la cultura literaria y musical, con sus pequeñas costumbres de toda una vida juntos y la relativa angustia de las sorpresas que caracterizan la tercera edad. Pero una mañana, Anne sufre un infarto cerebral y la operación subsiguiente sale mal: el lado derecho de su cuerpo queda paralizado y tiene que moverse en silla de ruedas. Su marido, Georges, le promete que no la ingresará en un hospital y que la acompañará hasta el final, en el día a día de una degradación física progresiva.

Resumida de este modo, la película no parece muy emocionante; sin embargo, lo es desde todos los puntos de vista gracias al arte de la puesta en escena de Michael Haneke, que alcanza su quintaesencia como director. El hilo narrativo, entrecortado por las visitas (la hija de la pareja, interpretada por Isabelle Huppert, los propietarios de la casa, las enfermeras, un antiguo alumno de Anne que ahora es profesor de piano) que acentúan el espacio entre la muerte que se instala en el apartamento y la vida en el invisible exterior, profundiza con pausa y con una claridad extrema en cuestiones fundamentales como la manera de afrontar la propia muerte y la decadencia física y la manera de vivir y asumir la pérdida inevitable de un ser querido hasta el fin de la existencia. Con un punto de filosofía, sentimentalismo y de palabras superfluas: todo pasa por los gestos, las miradas, lo cotidiano en su realidad más trivial (pero filmada con pudor). De la tentación del suicidio ("no hay ninguna razón para continuar viviendo. Sé que solo puede empeorar, por qué imponernos esto") a la protección de las apariencias sociales hasta el momento de aislamiento, pasando por todas las etapas de la pérdida de comunicación que termina con trocitos de frases ("rápido", "es duro"), la película no ahorra nada al espectador, pero el haberse hecho con pocos medios le da una intensidad insólita a la sencillez. Amor, de gran dulzura a pesar de la violencia de su tema, alcanza ese perfecto equilibrio gracias a la suma de extrañas escapadas como una pesadilla, una alucinación, momentos de humor circunstancial ("-¿Qué dirías si nadie viniese a tu entierro? - Nada"), diálogos bien pulidos que se alternan con múltiples momentos de silencio, música, radio, la lectura de un periódico en voz alta…

Michael Haneke, a menudo catalogado como un especialista de la violencia, demuestra con esta película su empatía por la ternura y los sentimientos tan profundos que salen a la superficie. Envuelto con pudor y una discreta maestría en un tema difícil y poco glamuroso, el director suma con esta película otro triunfo cinematográfico que lo termina de encaramar en la lista de los artistas más importantes de la historia del séptimo arte. Una búsqueda que rechaza la facilidad y que, como los personajes de Amor, se funde en una serie de pequeños pasos y de gestos clínicos que se transforman en abrazos.

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(Traducción del francés)

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