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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Crulic, camino al más allá

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- Un documental animado retoma un caso que provocó un escándalo diplomático entre Rumanía y Polonia.

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, de Anca Damian, se presentó ante el mundo en el último festival de cine de Locarno como el primer largometraje animado rumano de las últimas dos décadas. El documental aborda, con una intensidad que no come terreno a la sinceridad, un caso muy sensible que originó una tormenta diplomática entre Rumanía y Polonia en 2008: el inmigrante rumano Claudiu Crulic, encarcelado injustamente en Polonia, comenzó una huelga de hambre que terminó con su vida varios meses más tarde, después de que las autoridadas rumanas y polacas ignorasen por completo su caso. La tragedia desembocó en la dimisión del ministro de asuntos exteriores rumano, Adrian Cioroianu.

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Crulic —como a menudo se abrevia el título— merece la pena por contar la historia de un individuo derrotado por un sistema que se muestra indiferente. Mediante el uso de varias técnicas de animación, Anca Damian y su equipo llevan al espectador al destino final a través de una de las mayores tragedias que se han estrenado en 2011. A lomos de la voz en off de Vlad Ivanov (el señor Bebe en la ganadora de la Palma de oro 4 meses, 3 semanas y 2 días [+lee también:
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), el público conoce a Claudiu Crulic, un joven acusado de haber robado la cartera de un juez en Cracovia y arrojado inmediatamente a una celda por la policía polaca. Crulic se pone en contacto con el consul rumano en Polonia, quien tira balones fuera: debe tener fe en la justicia polaca y, si es inocente, lo liberarán.

La narración de Ivanov transforma Crulic, camino al más allá en algo más que un documental: el protagonista es una versión ficticia de una persona que existió realmente, razón por la cual se debió incluir al final la renuncia de la responsabilidad legal. La película es fruto de una documentación exhaustiva y, aunque dispone de algunos elementos de ficción obvios, estos no tienen que ver con la pesadilla burocrática y legal que desembocó en la muerte de Crulic a sus 33 años. Aunque se probó pronto que el presunto delincuente se encontraba en Italia y no en Polonia en el momento del robo, Crulic no fue liberado. Los médicos empeoraron la situación al afirmar por activa y por pasiva que el detenido gozaba de buena salud y no precisaba alimentación forzada. Tras meses de hambruna, Crulic pesaba menos de 50 kilos cuando murió, 32 kg menos que sus últimos días en libertad.

Los comentarios irónicos y autoirónicos vienen acompañados de sabias decisiones en lo que concierne a la animación. El equipo encabezado por Dragos Stefan empleó imágenes de objetos reales, cuadros de Crulic y bocetos realistas de edificios para recrear la vida del personaje desde su nacimiento hasta su muerte. El presupuesto de 290.000 euros dio para mezclar técnicas que van desde el collage hasta la acuarela, pasando por la fotografía animada. El documental abre con tonos claros que se van oscureciendo a medida que avanza la presentación (narrada por Jamie Sives) de la cadena de abusos y negligencias que acabaron con Crulic. La indignación del espectador ante tal injusticia se suaviza con una escena final especialmente hermosa en la que el transparente sudario de Claudiu Crulic flota en el aire y se desvanece, quizá dando a entender que la muerte, por fin, ha traído la paz a un hombre inocente. Los créditos finales, sin embargo, muestran imágenes tomadas de los telediarios rumanos y polacos sobre el caso el día después del fallecimiento de Crulic, devolviendo al público a la dura realidad.

Crulic, camino al más allá es una producción de Aparte Film y Fundacja Im. Ferdynanda Magellana. Las ventas internacionales están en manos de la francesa Wide Management.

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