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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Cuentos de la noche

por 

- Viaje tridimensional en el espacio, el tiempo y la tradición del cuento de la mano del maestro francés de la animación Michel Ocelot. En competición en la Berlinale de 2011.

La clave está en el título: en Cuentos de la noche [+lee también:
tráiler
entrevista: Michel Ocelot
ficha de la película
]
, en competición en Berlin, Michel Ocelot juega con el tipo de narración que más le gusta, por supuesto en 3D, pero manteniendo el mayor de los respetos hacia la tradición; y es precisamente de ahí, no nos equivoquemos, de donde nace lo maravilloso. La inventiva no tiene por qué excluir el rigor, ni tampoco una cuidada labor de documentación. Así lo afirma el autor de Kirikou en los interludios que separan las seis historias que sus personajes, bajo la forma de siluetas, crean y escenifican en un teatro de sombras de decorados coloristas (la práctica, ya utilizada por Andersen, otorga pícaramente carices de 2D a una película que en realidad dispone de múltiples dimensiones).

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Excavando con deleite en todas las tradiciones orales, viajando libremente por el espacio y el tiempo, de la Borgoña medieval al Tibet, pasando por África, Ocelot da cuenta en su obra de la belleza simple (y mágica al mismo tiempo, posiblemente el único tipo de magia que existe) de los sentimientos universales que debe explicar, pero también toda la complejidad narrativa a la que tanta importancia daba Bettelheim. Además de estimular la imaginación, los numerosos detalles y la multiplicación (en ocasiones, aunque no siempre, por tres) de las pruebas anteponen la necesidad de la perseverancia, del sueño acompañado de inflexibilidad moral, del ejercicio del sentido común, para que las únicas cosas que importan sigan vigentes: la vida y el amor.

No se trata de dictar al espectador (joven o mayor), sino de todo lo contrario: si los valores humanos que están en juego son inmutables, sin compromisos, el autor del cuento, generoso, apela con determinación a fabular por cuenta propia, a narrar lo que queramos, a inventar, por ejemplo, los rostros que queremos dar a las negras siluetas. Eso es lo que hace él mismo: «me alimento (de historias), salgo fortalecido, y luego hago lo que quiero», ha declarado el autor a los periodistas presentes en Berlín. Es una luz fuerte, hermosa, sincera y rica, que aclara la "noche" de la película de Ocelot.

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(Traducción del francés)

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