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PELÍCULAS / CRÍTICAS

The Troll Hunter

por 

- André Øvredal devuelve a las criaturas mitológicas su instinto depredador en su hábitat natural con su primer largometraje: un falso documental que mezcla comedia y terror.

La cultura pop adoptó la mitología nórdica y la mezcló con elementos del folclore eurasiático, desde cuentos tradicionales hasta Tolkien. Así, los trolls han sufrido numerosas transformaciones: han vestido atuendos, han sido capaces de comunicarse con humanos, etc. Ahora, el director noruego André Øvredal devuelve a estas míticas criaturas, enormes, peludas, feas, a veces incluso tricéfalas, a su hábitat natural, con su instinto depredador original, en The Troll Hunter [+lee también:
tráiler
entrevista: Andre Øvredal
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]
, su primer largometraje: un falso documental a caballo entre la comedia y el género de terror.

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La cinta echa mano de obras como El proyecto de la bruja de Blair, Monstruoso (Cloverfield) y [REC] [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Jaume Balagueró, Paco Plaza
entrevista: Julio Fernández
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e informa nada más comenzar que el material que vamos a ver a continuación proviene de discos duros recuperados en tierras salvajes de Noruega y que varios expertos han comprobado la vericidad de su contenido.

Un grupo de estudiantes de cine, compuesto por el director Finn (Hans Morten Hansen), el cámara Kalle (Tomas Alf Larsen) y la ingeniera de sonido Johanna (Johanna Mørck), investigan una misteriosa matanza de osos. En Noruega es muy complicado conseguir una licencia para cazar osos, los cazadores se conocen entre ellos, por lo que la carnicería solo puede ser objeto de investigación para un cazador furtivo, Hans (Otto Jespersen), quien al principio intenta alejar a los molestos alumnos y, posteriormente, acepta que lo sigan siempre y cuando cumplan con lo que él les pide.

Al cabo de 20 minutos de película siguiendo a Hans, el cazador de troles [The Troll Hunter en inglés], los estudiantes se encuentran con el primer trol, un Ringlefinch de tres cabezas, la primera de las cuatro criaturas que descubrirán en su camino. Aprendemos que a los troles se les puede dar muerte por medio de luz ultravioleta, que se alimentan de piedras y que pueden oler la sangre de un cristiano.

A primera vista, Øvredal sigue la idea de “ocultar al monstruo” característica de la mayoría de falsos documentales y solo discernimos entre la niebla y los árboles, a través de una cámara de visión nocturna, el Ringlefinch en la distancia. El director, no obstante, sabe tanto del gusto del público por que le hagan de rabiar como de ver al monstruo enteramente. Por ello, en las secuencias siguientes, Kalle hace todo lo que puede por conseguir una buena toma de los troles, convirtiéndose así la película en un espectáculo total, más como Parque jurásico que otra cosa, con una escena final que homenajea claramente a la persecución del T-Rex al todoterreno de la película de Spielberg.

El subgénero de cintas de terror inspiradas en material audiovisual perdido, que no encontró nuevos estímulos tras La bruja de Blair, Øvredal lo aborda con mucha ironía. Algunos elementos satíricos adicionales son las quejas de Hans sobre las demasiadas horas de trabajo y la falta de beneficios sociales para el único cazador de troles del país, y la idea de que las líneas de poder de las que tanto se quejan los noruegos porque arruinan la belleza natural del país son en realidad cercos contra los troles. Por esta y otras razones The Troll Hunter es más una comedia que una cinta de terror; su principal objetivo es divertir y lo consigue con creces.

Al margen de los espectaculares efectos especiales basados en las criaturas diseñadas por el famoso ilustrador noruego Theodore Kittelsen, la película hace un uso excelente de los magníficos paisajes del país. Cuesta imaginar una combinación mejor de cámara digital (de Hallvard Bræin, co-director en 2005 del exitoso documental The Giant) y una impresionante naturaleza (bosques inmensos, colinas nevadas, lagos de azul marino) al servicio de una película de fantasía.

El hecho de que las productoras Filmkameratene y Film Fund Fuzz hicieran la película con 2,5 millones de euros demuestra que la imaginación y el talento pueden más que un gran presupuesto.

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