10/09/2010

La especie humana no le gusta mucho a la joven Marina (Ariane Labed): prefiere los chimpancés de los documentales de Richard Attenborough (cuyo nombre dio título a AttenbergAthina Rachel Tsangari, presentado a concurso en Venecia [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Athina Rachel Tsangari
ficha de la película]). La joven se mantiene alejada de todos. La única compañía que tolera es la de su padre moribundo y su amiga Bella, que le imparte lecciones de educación sexual lesbiana.

Se comienza con las lenguas entrelazadas de las dos muchachas, para pasar a quejidos y gritos animales, en una atmósfera extraña que tiene como telón de fondo un paisaje casi metafísico de una ciudad industrial situada al borde del mar, símbolo – explica el padre a la hija, mientras miran desde lo alto este paisaje bastante feo – de la “arrogante burguesía”. Pero, más allá de las burlas, la obsesión de la película es el sexo: se sueña con falos que cuelgan como higos en las ramas de “arboles-penes”, se describen olores de sementales en celo… Mientras tanto, Marina conoce a un hombre y por primera vez en su vida se siente atraída por alguien de su propia especie.

La película, donde sirven de contrapunto los extraños paseos de las dos protagonistas la música de Suicide y la célebre “Tous les garçons et les filles” de Françoise Hardy, transcurre sobre el tema de una iniciación a la vida y a la muerte, entre escenas repetitivas y un intelectualismo de cine de autor salvado solamente por una dirección original. “El s. XX está sobrevalorado”, se oye decir a un momento dado. Es el caso también de algunos filmes, que son seleccionados a concurso sin que se sepa bien por qué.

Esta producción de Haos Film, Faliro House Productions, Boo Productions y Stefi Productions, con el apoyo de Greek Film Center y el Programa Media de la Union Europea, tiene como agente de ventas internacionales a la alemana Match Factory.

(Traducción del italiano)