21/08/2009

Mujeres, mujeres y más mujeres: perdidas y encontradas, en camino hacia tierras desconocidas, enfrentadas a lenguas que no son su idioma materno (pero que hablan muy bien). Un universo de mujeres “desorientadas”, desde un punto de vista más geográfico que existencial, es el que ha propuesto la competición del último Festival de Locarno. No es casualidad que la película ganadora haga referencia a ese universo femenino ya desde el título: She, a Chinese [+lee también:
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ficha de la película], de la china pero residente en Reino Unido Xiaolu Guo (que participará en el próximo Festival de Venecia con el documental Once Upon a Time Proletarian). La cinta refleja la historia de la joven Mei, que está descontenta con su vida pueblerina y decide mudarse a la ciudad de Chongquing y, desde allí, a Inglaterra (gracias a un dinero que encuentra en la casa de su amante, un gangster que es asesinado en su presencia).

Un viaje menos largo pero más logrado cinematográficamente es el que emprende Anne, que deja su país para instalarse en Irlanda en Nothing Personal [+lee también:
crítica
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entrevista: Urszula Antoniak
entrevista: Urszula Antoniak
ficha de la película], el primer largometraje de la polaca Urszula Antoniak, ganadora del Pardo a la mejor ópera prima. En Irlanda, se encontrará con Martin (un estupendo Stephen Rea), que vive solo y que le propone trabajar para él a cambio de alojamiento y comida. Ella (Lotte Verbeek, premiada como mejor actriz) acepta, a condición de que él no le pida nada más. Entre ellos no hay “nada personal”, como anuncia el título, pero con el paso del tiempo su relación evolucionará y se cargará (como la película) de un humor sutil y lacónico que conquistó al público del festival.

A los espectadores les gustó menos A religiosa portuguesa [+lee también:
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ficha de la película], dirigido por un asiduo de Locarno, el francés Eugène Green. Esta película, que se inspira, al menos en sus encuadres, en el cine de Manoel de Oliveira, también ha tomado prestada del maestro portugués a su actriz principal, Léonor Baldaque, que interpreta aquí a una actriz parisina de origen portugués, que viaja a Lisboa para interpretar una película inspirada en las Lettere di una monaca portoghese, novela epistolar del siglo XVII. La intelectualidad del punto de partida contrasta con la ironía empleada en la película, la musicalidad de los diálogos y la profunda melancolía del fado que acompaña el peregrinar, los encuentros y desencuentros de la heroína.

La música también destaca en la apreciada cinta La cantante de tango [+lee también:
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ficha de la película], del argentino Diego Martínez Vignatti, producida con capital belga, francés y holandés. La película gira en torno a cómo superar el final de un gran amor. El noviazgo entre Helena (Eugenia Ramirez, la esposa del realizador) y su enamorado termina y ella está desesperada: le acosa con llamadas telefónicas, descuida los ensayos con sus músicos, bebe… ¿Llegará finalmente a rehacer su vida en los paisajes ventosos del Nord-Pas-de-Calais, donde permite que el médico del pueblo, Bruno Todeschini, la seduzca? Vignatti, que alterna escenas argentinas y escenas francesas, no da respuestas sobre el destino final de la mujer. Al ejemplo de Rossellini, prefiere “platear interrogantes. Sólo así, el cine puede convertirse en un instrumento de descubrimiento”.

(Traducción del italiano)