10/04/2007 - El dotado director británico se sumerge en nuevo género, la fantasía clásica

Cineuropa: Una película fantástica hipertecnológica que vuelve la mirada a Tarkovsky y Kubrick. ¿Qué le empuja a tanta pureza espiritual?
Danny Boyle: Las premisas fueron estos ocho astronautas ligados a una bomba de las dimensiones de Manhattan que vuela hacia el Sol. No existen muchas películas que hablan del Sol, aparte de Thunderbirds o Perdidos en el Espacio, donde los protagonistas atraviesan el Sol y dicen "uf, hace un poco de calor…". Me atraía la idea de que esta estrella es nuestra fuente de vida, y que puede verse como un viaje físico y psicológico, pero también espiritual: un viaje hacia la fuente de la vida.

¿Cuáles han sido las películas que le han servido de inspiración?
Sin duda, 2001 y Solaris, además de la primera Alien, de Ridley Scott. Son películas que han elevado mucho el nivel de expectativa del público.

Es una película hecha de contrastes e intermitencias, de espacios abiertos y cerrados, colores simbólicamente opuestos.
El Espacio es, por sí mismo, extremadamente inmenso y los personajes están encerrados en un tubo de acero. Después, la luz del sol, que te quema instantáneamente mientras que el espacio sideral te hiela. Ellos deben afrontar mentalmente todo esto. Sin olvidar el contraste entre el Infierno -representado por Pinbacker, el misterioso capitán de la nave enviada anteriormente- y el Paraíso. La misma ciencia se opone a esta figura: Pinbacker es un anticientífico, un fundamentalista medieval, una especie de talibán, piensa que no se debe interferir en el plan de Dios, que es, evidentemente, el que esta estrella muera y, con ella, la humanidad.

¿Cómo ha conseguido el acercamiento visual en una película rodada dentro de una nave espacial?
Partimos con el Sol como un círculo y construimos el resto: el escudo térmico de la nave es también un círculo. De este elemento esférico partimos también para el tema de las luces. En lo que concierne a los colores, he intentado no utilizar los tonos rojos en el interior de la nave, ni los naranjas ni amarillos, sino colores fríos, azules y grises. Al privar al público del amarillo, el efecto de penetración era mayor en el momento de hacer estallar la ola de color y de luces proveniente del Sol.

Se ha basado en datos científicos, ha consultado a profesionales, ha hecho uso de imágenes reales de la NASA para la superficie solar. ¿Cuáles son los elementos menos fidedignos de su película, los creados por las exigencias narrativas?
La última media hora es una visión extrema, pues no hay manera de saber lo que sucede al avecinarse al Sol. Cuando Capa levanta la mano hacia el Sol, va más allá de la ciencia y la razón.

¿Por qué se llama el protagonista Robert Capa, como el gran fotógrafo de guerra?
Capa es un nombre bonito, y él era un fantástico fotógrafo, cuyo trabajo tiene mucho que ver con mi película. Descubrí que el protagonista sufre el mismo destino que sufre el fotógrafo.

En su filmografía se entreven muchos géneros…
Siempre intento variar, buscar jugadores que marcan goles. Ésta ha sido la película más difícil, pues es extremadamente técnica, con aspectos complicados de afrontar, como el de la gravedad cero. Debo decir que las películas de más éxito, como Trainspotting, son las que más se alejan de ti, mientras que la gente se acuerda más de ellas de lo que lo haces tú. Pero la tendencia es proteger a las más débiles.

Esto ha sido, sin duda, un reto productivo.
Con 28 días después, tuvimos un gran éxito y lo usamos como clave para empujarnos más allá de nuestros límites, permitirnos ser más ambiciosos y osar. La idea que nos llevó a la ruta de Damasco fue la de sumergirnos en este mundo, el Espacio, espejo en el que la humanidad se ha mirado siempre para buscarse a sí misma.