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Christoph Schlingensief • Director

El animador

por 

Christoph Schlingensief es director de cine y de teatro, autor de ficciones radiofónicas y artista de interpretación. A los siete años, rueda su primera película con una cámara de formato pequeño. Más adelante, trabaja como ayudante de dirección y ayudante de cámara al lado de Franz Seitz, Georg Tressler y Werner Nekes. Entre sus películas figuran Menu Total (1985/1986), Egomania – Insel ohne Hoffnung ("Egocentrismo – Isla sin esperanza") (1986), 100 Jahre Adolf Hitler – Die letzte Stunde im Führerbunker ("100 años de Adolf Hitler – Las últimas horas en el bunker del Führer") (1988), United Trash (1995/1996) y Die 120 Tage von Bottrop – Der letzte Neue Deutsche Film ("Los 120 días de Bottrop – El último Nuevo Cine Alemán") (1997), por citar algunas.

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Quien le ha visto trabajar, rodeado de una docena de ayudantes capacitados y de efebos a modo de asistentes, ha tenido ante sus ojos la encarnación del carisma. Algo que ya debía poseer con siete años, quizás como monaguillo en su iglesia católica, o si no, seguro como el niño de la cámara que sabía cómo animar a los demás a participar. El primer estímulo vino de sus padres, "que filmaron mucho en double 8 bytes películas infantiles, en el monte, en las montañas, en la bañera, en Zugspitze. Mi padre grababa, mi madre editaba, un reparto de tareas ideal.

Ha traído un nuevo aire a las películas de terror. Werner Nekes le hizo conocer a los americanos Brakhage, Warhol y Kennet Anger. Mientras editaba su película Menu Total, vio Cabeza borradora, de David Lynch: "Estaba atónito. De hecho, había rodado una Cabeza borradora alemana, caótica, fascista, pero sentí que Lynch hacía algo más. Yo miraba siempre a través de la cámara, tenía miles de escenas en mi cabeza, pero no una película entera. Era una partitura dodecafónica, aunque no hubiese oído a Schoenberg hasta tiempo después."

Todas sus obras siguen esta “partitura”: están compuestas de un millar de escenas que tienden a buscar una unidad. Están fragmentadas, a imagen del país del que proceden, que se esfuerza también por encontrar una unidad. No hay películas de Alemania que sean tan auténticamente alemanas como las torcidas, kaput, chillonas y de mal gusto de la Deutscher Trilogie100, de Schlingensief: Jahre Adolf Hitler, bastante antes de El hundimiento y el psicodrama de una burguesía fascista desenfrenada; Das Deutsche Kettensaegemassaker ("Masacre alemán con tronzador"), que lleva a la pantalla la masacre de los habitantes de la República democrática de Alemania después de la desaparición de las fronteras y profetiza la deserción y la degeneración de toda una sociedad, y Terror 2000, el drama de los rehenes alemanes, sensacional y xenófobo.

Desde su primera película a los siete años hasta sus excursiones africanas, sus obras teatrales, sus instalaciones y sus interpretaciones, uno de sus principales talentos reside en su capacidad para empujar a los otros a participar –o mejor dicho, a inspirarles. Cantantes de ópera y actores públicos, viejos y jóvenes, blancos y negros, profesionales y principiantes. Cualquiera desea permanecer tenaz. No hacen más que reflejar lo que representa el papel de actor: la infancia eterna.

Cada nueva película es diferente porque su imaginación se alimenta sin descanso de nuevos paisajes, porque el torrente de sus asociaciones es tan potente como el Niágara o porque una nueva exageración lo contraria o una nueva injusticia o un nuevo escándalo político lo enfurecen.

Este heredero de Dada y del surrealismo se inspira algunas veces en Luis Buñuel. También se podría nombrar a Artaud y a Jarry, o incluso a Oskar Panizza y a Otto Muehl. Su anarquía es organizada y su organización, anárquica. Es un personaje como Dalí, a años luz de la vanidad de este último. Nadie es mejor para hablar de él que él mismo. Es muy competente cuando se trata de sí mismo y se controla a sí mismo como nadie lo hace. Él y sus obras son tan salvajes, excéntricos y locos que puede parecer que actúa racionalmente. Su irracionalidad es racional. Desde que una perforación de apéndice puso su vida en peligro, piensa con sus tripas y siente con su cerebro. Es solamente así como ha podido permanecer hasta hoy como es: el niño de la cámara.

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