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BERLINALE 2022 Panorama

Alauda Ruiz de Azúa • Directora de Cinco lobitos

“Las madres siempre parece que tienen super poderes”

por 

- BERLINALE 2022: La directora vasca presenta su primer largometraje, un drama íntimo y familiar apoyado en las excelentes interpretaciones de sus actrices protagonistas

Alauda Ruiz de Azúa  • Directora de Cinco lobitos
(© Dario Caruso/Cineuropa)

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, film impulsado desde la Incubadora de la ECAM y que se estrenará en España el 20 de mayo, disfruta estos días de su presentación mundial en la sección Panorama de la Berlinale. Por este motivo charlamos con su directora, Alauda Ruiz de Azúa.

Cineuropa: Eres vasca y has ambientado tu ópera prima en Bilbao. Aquella región tiene gran tradición matriarcal, donde las madres tienen poder… ¿o tal vez super poderes?
Alauda Ruiz de Azúa:
Las madres, sean de donde sean, siempre parece que tienen super poderes, pero sí es una figura que he visto en el País Vasco y luego, cuando he sido madre, inconscientemente también terminas en el mismo lugar, pues hay allí un tipo de madre fuerte, con carácter, que se encarga de todo y que atiende las relaciones afectivas del cuidado y la responsabilidad de manera poco melosa. Todo eso está en el film: esos afectos contenidos, propios del carácter del norte de España.

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Es inevitable preguntarte cuánto tiene de autobiográfica la película o de otras vivencias que has conocido o te han relatado…
La semilla de Cinco lobitos es autobiográfica: fui madre por primera vez y eso tiene algo de crisis, cuando de repente te cambia la existencia, te conviertes en otra persona y adquieres un compromiso de por vida con un ser muy vulnerable. En esa crisis, cuando yo buscaba refugio, como siempre, en libros y el cine, me faltaba relato; por eso mi largometraje es una ficción alimentada de historias reales de amigos, amigas y otras mías, todo filtrado a través de la ficción, para así explorar los temas que quería investigar.

El nivel de intimidad es grande en Cinco lobitos, pues el público llega a sentirse dentro de los dormitorios de los personajes, casi ayudando a cambiar pañales...
¡Qué bonito que digas esto! Hay algo maravilloso del cine: cuando te permite ver a las personas en su intimidad como si fueras un espectador invisible, lo cual no podemos hacer en la vida real, donde –como mucho– podemos imaginarnos qué pasa en las casas de los demás… Pero el cine te permite estar cerca de las soledades y de lo que esté pasando en una familia. Nuestra apuesta consistía en lograr que la cámara no fuera invasiva, pero sí que estuviera muy cerca de los personajes, en su intimidad. Además, trabajamos mucho con los actores que esa familia fuera como real, con sus hábitos, normas y costumbres.

Precisamente tus actrices protagonistas, Laia Costa y Susi Sánchez, logran un trabajo admirable, mientras la primera, aunque es catalana, habla a veces euskera, y la segunda también encarnó los conflictos maternales previamente en La enfermedad del domingo [+lee también:
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Aquélla de La enfermedad del domingo era una madre más sofisticada, pero sí, es cierto. Laia fue una intuición desde el minuto uno: la veía con mucha fuerza, porque posee cara de niña, pero, a la vez, energía de mujer, a punto de dar un paso vital hacia otro sitio; es una actriz que tiene mucha verdad, sin caer en la intensidad, algo cotidiano, y tuve suerte de que aceptara el papel. Y Susi encarna a un ama de casa, pero me fascinaba que la interpretara ella porque aporta una complejidad al personaje muy interesante: es una mujer que podía haber tenido otra vida, pero se ha quedado en casa, tirando con esa responsabilidad e inteligencia que se le intuye; me sacaba del cliché del ama de casa que Susi hiciera este papel y eso me gustaba mucho.

Queda claro en la película que, por mucho que maduremos, nuestros padres nos van a seguir viendo como niños...
Sí, esa pregunta sobrevolaba siempre la escritura de guion, los ensayos y el rodaje. Cuando cuidas a un progenitor, el vínculo es tan fuerte que un comentario o una mirada te puede hacer sentir que vuelves a ser niño otra vez, pues vuelves a sentir lo mismo que entonces. Son relaciones que nos marcan para siempre y nos explican cómo somos y qué tipo de padres/madres vamos a ser: es bonito reconocer eso y en la película se hace ese viaje.

También, como se ha dicho en alguna otra película, siempre acabamos pareciéndonos a nuestros padres.
Es un sentimiento muy habitual cuando vas llegando a cierta edad y, aunque habías pensado que eras muy distinto de tus padres, de repente te reconoces en cosas que has visto en ellos o te han dicho. Forma parte del proceso de crecer el hecho de perdonar a tus progenitores y entenderles más, porque tienes dentro algo de ellos.

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