11/02/2022 - Charlamos sobre el documental que homenajea y revive el ambiente libre que edificaron su abuelo, Fernando Fernán Gómez, y la pareja de éste, Emma Cohen, en un chalé al norte de Madrid

Viaje a alguna parte [+lee también:
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entrevista: Helena de Llanos
ficha de la película], film escrito, dirigido y protagonizado por Helena de Llanos, se estrenó en la pasada Seminci y ha desfilado por festivales como Abycine, entre otros. El 11 de febrero se estrena en salas, recordando con cariño y originalidad a su ya fallecido abuelo, el inolvidable actor, escritor y director Fernando Fernán Gómez, y a su compañera vital durante sus últimos años: la simpar actriz y escritora Emma Cohen, que murió en 2016.

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Cineuropa: Tu largometraje sorprende por su riesgo y experimentación en la narrativa, algo que se agradece…
Helena de Llanos: Bueno, no sé si siempre se agradece, pero me alegro de que tú lo hagas, porque ése es el objetivo: esa mezcla de discursos, de cómo contar esa historia. Para mí era importante huir de la biografía habitual/convencional, para contar la historia de estas dos personas cuya vida fue imaginar, crear, inventar... Por eso me parecía que el motor de la película consistía más en adoptar sus formas que en hacer un documental más expositivo y tradicional.

Si Fernando y Emma pudieran verla, ¿crees que les gustaría?
No lo sé, Fernando era tan imprevisible que no tengo ni idea de qué diría, pero me encantaría descubrirlo. Creo poder saber por dónde iría Emma: estaría bastante satisfecha, pues ella estuvo presente en la primera fase de trabajo de la película, hace seis años, pues yo comienzo tanto la investigación como la escritura de guion cuando todavía está viva. Ella me fue guiando, asesorando y dando su opinión. Hay mucho de su universo creativo en la forma de narrar de Viaje a alguna parte.

La película muestra una gran historia de amor y reivindica a esa mujer al lado de ese gran hombre: ella fue muy creativa, valiente, moderna.
Para mí Emma fue muy importante: fue mi maestra en los últimos diez años de su vida, cuando Fernando ya no estaba. Eso tiene mucho valor: descubrir a esa persona, no tanto para colocarla en ningún sitio, porque no necesitaba que se hablara de ella, no es una restitución exactamente, sino porque creo que tiene mucho para regalarnos y aportar con sus novelas y cortometrajes. Emma tenía una forma muy personal, basada en el surrealismo, de contar sus historias. También está su mirada femenina a los conflictos y eso aporta mucho: Fernando y ella eran dos mundos poderosos, con universos propios separados, aunque trabajaron bastante juntos.

Conocí a Emma cuando ella analizaba guiones para el departamento de compras de Cine Español en Canal+ España, a principios de este siglo, y era ciertamente alguien especial.
Absolutamente. Da gusto encontrarse con ese tipo de personas en la vida, pues nutren mucho.

Fernando estuvo un poco eclipsado por su propia figura pública: Emma lo describe en tu película como un hombre sensible, muy humano.
Es lo que pasa con lo público: te convierte en una especie de mito, y si no escarbas, te quedas en esa superficie pero, a poco que conoces un poco más, ves cómo era cada uno y desde dónde trabajaba.

En aquella casa que compartían se respiraba libertad, creatividad y disfrute.
Tal cual, por eso tiene esa forma la película: no en un plano real, sino en el de la magia. Cómo esa casa te posibilita contar cualquier historia: fiestas como la de los pelirrojos, que aparece en el film, se celebraban cuando ibas a verlos, porque para ellos todo era juego, diversión, inventarse historias… Eso está en la base de este film: me he documentado mucho, pero a partir de materiales reales todo está pasado a un plano casi de ficción.

Ordenar y seleccionar tan ingente material te ha debido llevar años… y luego darle forma.
Lo más difícil es seleccionar entre tanto… había que descartar continuamente, porque existe material para hacer una serie: solamente las películas de Fernando son más de 200. Además, el trabajar con esta forma de collage, donde lo onírico tiene mucho peso, te permite no estar tan constreñido a una causa-efecto. En la película hay un comienzo y un final: en eso sí es más clásica, con una persona que llega a una casa y después se va, pero lo que pasa en medio puede incluir cualquier cosa, de cualquier forma y en cualquier tiempo. He intentado romper el espacio-tiempo: no hay causalidad entre una cosa que ves antes y después, está todo mezclado. Ocupó muchos meses, pero me encantó la fase de montaje, porque te permitía jugar con aquellos materiales.