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IFFR 2022 Harbour

Claire Doyon • Directora de Pénélope, mon amour

"La cámara era un arma, pero también un escudo"

por 

- El documental de la directora francesa nos regala una íntima mirada a la historia de su familia y de la enfermedad de su hija

Claire Doyon • Directora de Pénélope, mon amour

En su documental, la directora francesa Claire Doyon aborda la enfermedad de su hija autista. Pénélope, mon amour [+lee también:
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es una carta de amor a la niña, pero es también la manera que tiene la directora de encontrar una nueva perspectiva vital. La obra participa este año en la sección Harbour del Festival Internacional de Róterdam. Hemos hablado con Claire Doyon sobre el concepto de la película y sobre su producción.

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Cineuropa: ¿Cuándo decidiste rodar una película sobre ti y tu hija? ¿Cuál fue el desencadenante?
Claire Doyon
: Me pasé muchos años grabando y guardando vídeos de Pénélope en Súper 8 y DV. No los veía, pero los fui acumulando. Y entonces un día caí en la cuenta de la gran cantidad de vídeos que tenía. Me dije: “O lo tiras todo o haces algo con ese material”. El volumen físico de las grabaciones en sí era un reflejo de las diferentes fases y años que habíamos vivido. Entonces, entre 2015 y 2016, cambió mi manera de ver a mi hija porque arrojé la toalla de que podría llegar a curar por completo a Pénélope, y pensé en empezar el proyecto. Al visionar el material me di cuenta de que, inconscientemente, yo siempre había rodado una película, puesto que cuando grababa me dirigía a un público y presentaba a las personas que aparecían en los vídeos.

¿Grababas a tu hija periódicamente o hubo temporadas en las que no podías?
Algunos años grababa más que otros. Cuando era más complicado me dedicaba a grabar imágenes de paisajes y grababa mi voz de fondo. También lo hacía cuando necesitaba evadirme un poco de la realidad. Grababa mucho durante las sesiones pedagógicas porque me dijeron que lo hiciera y porque todos los educadores tenían que hacer lo mismo. No usé tan a menudo estas imágenes en la película porque ahora las veo con otros ojos. También me di cuenta de que los vídeos cambiaron su tono desde que fui a Mongolia con Pénélope. A partir de ahí pasó a ser una heroína.

Seguro que esta pregunta te la hacen a menudo. ¿Crees que la película te ha servido un  poco como terapia?
Esa no era en absoluto mi idea en un principio. Las primeras versiones eran mucho menos íntimas. Mi intención era incluir a otras personas con espectro autista además de a mi hija, y tirar más bien por una obra más política, una obra que abordase el sistema institucional. Pero luego, sobre la marcha, me di cuenta de que el aspecto más político podía salir del más íntimo. Me propuse llegar al público con mi experiencia personal. Volver a sentir de nuevo aquellos momentos tan oscuros fue todo un reto.

¿Escribiste un diario a partir del cual salió el texto que lees en la película?
Sí, tenía un diario. En la primera versión de la película no se incluían las partes y períodos más complicados. Luego recurrí al diario para recrear las emociones en la película. Supongo que las había olvidado de manera natural o deliberadamente.

Con ese texto en la mano, ¿sentiste que estabas escribiendo una carta a tu hija?
Sí, así es. Hay un momento, por ejemplo, en el que le digo a Pénélope que la mataría. Por supuesto que no lo digo en serio, es un sentimiento que surge de la desesperación. Es algo que solo le puedo decir a ella y a nadie más que a ella. Me dirijo a ella personalmente cuando tiene que ver con ella.

¿Tuviste la impresión de que a través de la cámara veías a tu hija de una manera diferente que cuando no lo hacías?
Sí, totalmente. Había momentos en los que ya no podía más, y entonces cogía la cámara. Recuerdo que en una ocasión la cámara me ayudó a lidiar con una situación complicada. Pénélope y yo viajábamos en primera clase en el tren. Yo le estaba dando arroz y de repente ella hizo un movimiento inesperado y el arroz cayó por todas partes. Yo me sentí fatal. Entonces cogí la cámara y empecé a grabarla a ella. Aquello me calmó y también cambió la perspectiva y la percepción de los demás. La cámara funcionaba como un arma y como un escudo. Yo diría que la cámara me salvó la vida.

¿Cuáles fueron los grandes escollos durante la producción?
Durante la producción, el escollo más grande fue el del montaje. Cuando descubrí todo el material, no sabía qué me encontraría. Lo más duro fue desconocer por completo qué sucedería, desconocer el destino que me esperaba. En su día, pensé que la curación era cuestión de paciencia. Me sentía invencible. Era difícil darse cuenta de aquella obcecación. La película se escribió en la sala de montaje. Intenté buscar imágenes que me pudiesen hablar de puntos de inflexión, momentos de transformación, al estilo de un personaje ficticio. Ha sido una investigación guiada por el ensayo y el error.

¿Tienes la intención de rodar más material sobre tu hija, la historia de tu familia o la enfermedad de tu hija?
Me apetece mucho adentrarme en la ficción y la comedia. Está claro que mi experiencia vital se filtrará en mis próximos proyectos, pero en este momento el objetivo es pasármelo bien escribiendo. Todavía no sé adónde me conducirá este camino.

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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