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BIF&ST 2021

Sylvie Ohayon • Directora de Alta costura

"Saber hacer algo puede ayudar a una persona a sentirse feliz consigo misma"

por 

- La escritora y directora francesa ha presentado su nueva película, y hemos aprovechado la ocasión para hablar con ella de alta costura y de la importancia de aprender un oficio

Sylvie Ohayon  • Directora de Alta costura
(© Bif&st)

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, el segundo largometraje de la escritora y cineasta francesa Sylvie Ohayon, tras Papa Was Not a Rolling Stone [+lee también:
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, narra el encuentro y la relación que se desarrolla entre Esther (Nathalie Baye), una jefa de costura para la marca de moda Dior que está a punto de jubilarse, y Jade (Lyna Khoudri), una joven con problemas que vive en las barriadas de París, a la que Esther decide ayudar enseñándole su oficio. La película ha tenido su estreno en el 12.º Bif&st de Bari.

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Cineuropa: Viendo el título, Alta costura, la gente tal vez espera una película más frívola, pero se trata realmente de una comedia profunda que explora la noción de la transmisión de conocimientos, la importancia del trabajo y cómo las mujeres pueden ayudarse mutuamente.
Sylvie Ohayon: En primer lugar, hice esta película para mi hija Jade, con la que he tenido una relación complicada, especialmente durante su adolescencia. Ella me alejaba constantemente, y yo le decía: "Jade, me estás rechazando como madre, así que tienes que encontrar otra figura femenina que te ayude a crecer y a convertirte en lo que quieres ser". Lo que intentaba decirle a mi hija era que quiero que sea feliz y que encuentre a alguien que pueda ayudarla a aprender un oficio, porque un oficio puede salvarte la vida. Como dice un personaje en la película: "Todo el mundo habla de trabajo; yo quiero darte un oficio". Saber hacer algo puede ayudar a una persona a sentirse feliz consigo misma.

¿En qué momento decides explorar este tema dentro del mundo de la moda?
Hace unos años, acompañé a una amiga a Chanel porque teníamos un dilema entre manos: ella tenía fecha para casarse, pero acabó quedándose embarazada unos meses antes de la boda, así que necesitaba arreglar su vestido de novia para disimular la barriga. Recuerdo que, en un momento dado, apareció la modista y empezó a hablar con un fuerte acento parisino —como Edith Piaf, para que te hagas una idea—, pero luego se puso a trabajar y sus manos hacían magia. Me impresionó su habilidad y quise trasladarlo a una película. A mayores, estaban los problemas que tenía con mi hija: cuando pensaba en el tipo de mujer que podría hacerla feliz, esta era la mujer que imaginaba. Aparte de eso, estoy orgullosa de mi país y de su artesanía, al igual que amo Italia. Vengo mucho aquí, y ambos son países hermosos. En cuanto a Dior, nos dieron inmediatamente su consentimiento para desarrollar la película, sin condiciones. Solo querían leer el guion.

La película retrata el trabajo que se desarrolla en las grandes firmas de moda con todo lujo de detalle. ¿Cómo fue el proceso de investigación?
Investigamos mucho en Chanel y en Dior. Hablé con modistas, les pregunté sobre sus vidas. Le solicité a la Casa Dior que me dejaran entrar en sus talleres para ver cómo trabajaban. Lo que les pedí a estas mujeres no fue que me contaran cosas que podía encontrar en un libro o en un diccionario, sino que me transmitieran algunos trucos del oficio: cómo engrasar una aguja para que pase más fácilmente a través de la tela, por ejemplo.

Por un lado, vemos los suburbios, y por otro, la Casa Dior. ¿Cómo desarrollaste el aspecto visual de la película?
La idea era emplear colores cálidos cuando la chica está en casa, en las viviendas sociales, y hacer que el taller resultase más frío y majestuoso. Los ateliers no son así en la vida real. Los talleres de Dior parecen clínicas: todo es blanco porque necesitan que la luz se refleje en todas partes. Sin embargo, yo quería un poco de Pompadour y de Haussmann en mi película, algo de la vieja historia de la moda francesa, así que reconstruí el taller a partir de mis propias ideas e imágenes, como si fuera un templo o el Palacio de Versalles.

Te dedicas principalmente a la escritura, y has publicado seis libros. ¿Qué te motivó a dar el salto detrás de las cámaras?
Mi primer libro, Papa Was Not a Rolling Stone, fue un éxito; todo el mundo quería adaptarlo en una película. Mi amiga Sylvie Verheyde me dijo: "¡Hazlo tú misma!". Yo nunca había estudiado cine, pero ella insistió: "Coge la cámara y filma las imágenes que tienes en la cabeza". Así surgió esa primera película, con la que acabé amando el proceso de hacer cine, porque te permite reescribir la historia, reescribir el mundo a través de las imágenes. Es algo mágico. Es un poco como jugar a ser Dios, ya que decides lo que pasa en la vida de las personas.

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(Traducción del italiano)

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