27/09/2021 - El director francés habló con Cineuropa sobre su película a competición en el certamen, y nos dijo por qué se puede aprender mucho del estado a través de la manera en la que trata la criminalidad

(© SSIFF/Luiza Gonçalves)

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ficha de la película] cuenta la historia de Hubert Antoine, un exinfiltrado que contacta con Stéphane Vilner, un periodista del diario Libération, para decirle que puede demostrar la existencia de operaciones de tráfico de drogas por parte del Estado, lideradas por Jacques Billard, un personaje mediático y alto cargo de la policía francesa. Hablamos con el director, Thierry de Peretti, sobre la película después de su proyección en competición en el Festival de Cine de San Sebastián.

Cineuropa: ¿Crees que los traficantes de drogas nos permiten saber más del sistema político francés?
Thierry de Peretti: La historia de la droga es una forma de exponer el fracaso —o quizás es una palabra muy fuerte— del sistema político y mediático. Es un sistema que empieza con la tragedia del tráfico de drogas. Si observas desde un punto de vista ideológico el tratamiento que hacen los medios de comunicación del tráfico de drogas, obtienes información tanto el sistema como del tráfico de drogas. La forma en que los periodistas construyen una historia y los límites que imponen en sus artículos son igual de importantes. El cine nos permite mostrar las ambigüedades de los métodos de trabajo de políticos y periodistas, así como su aspecto comercial porque los medios tienen que atraer a la audiencia y generar clicks. Los traficantes de drogas alimentan ese sistema. Todo está relacionado, y la película intenta deconstruirlo.

¿Cómo consigues el equilibrio entre el cine y la verdad?
La película, para mí, no es naturalismo. Busca la verdad. Es un sentimiento. Es una mezcla de emociones, pero no es la vida cotidiana. Usa las herramientas del cine para intentar ser lo más honesta posible.

Pero hay naturalismo en tu forma de contar la historia porque muestras el trabajo de las personas que intentan controlar a los criminales en lugar de “sensacionalizar” el crimen. ¿Crees que el cine muestra el crimen como algo sexy?
Sí y no. Sí, en el sentido de que el cine habla de la maldad y tiene que hacerla atractiva; esa es la fuerza física de la película. El problema en la actualidad es que la ficción está por todas partes, incluidos los lugares donde no debería estar. No debería estar en la política ni en el periodismo. Sólo debería estar en el cine, pero todos hacen un espectáculo de todo para atraer a las personas y el cine tiene que inventar otras formas de contar historias. Si te fijas, Netflix está repleto de series sobre drogas. Así que, como director de cine, ¿qué debo mostrar? Tiene que ser sensual y atractivo, pero no un tipo de seducción que aburra al público. No sé.

¿Qué aporta Marsella?
Marsella no está tan mal, pero hay niños matándose entre sí con Kalashnikovs. Esa es la realidad. La prensa sólo quiere presentar eso como la realidad del tráfico de drogas. Pero Marsella no es sólo eso, así que la pregunta es: ¿cómo mostramos su realidad? No tenemos que hacer del tráfico de drogas la seña de identidad de Marsella, pero si la gente muere, tenemos que mostrar por qué muere. También debemos mostrar los sistemas, y eso me llamó la atención, me atormentó y me molestó. Marsella es una ciudad pobre, y el núcleo del tráfico de drogas es la pobreza, que permite la entrada del narcotráfico.

(Traducción del inglés)