03/09/2021 - VENECIA 2021: A diferencia de algunos de sus personajes, el director francés reflexiona en el lado más complejo de las cosas

(© La Biennale di Venezia - Foto ASAC)

Una intriga política de alto nivel se convierte en una crisis existencial en la película francesa Promesas en París [+lee también:
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entrevista: Thomas Kruithof
ficha de la película], proyectada en la sección Orizzonti del Festival de Venecia. A diferencia de sus personajes, durante nuestra charla, el director Thomas Kruithof refleja los aspectos más complejos de las cosas.

Cineuropa: ¿Cuáles son las “promesas” del título?
Thomas Kruithof: No son específicas. Para mí, la promesa es la base de la política y también lo que los protagonistas intercambian durante la película. Diría que hay 20-25 diferentes, incluidas las que la alcaldesa Isabelle Huppert se hace a sí misma en su ética personal y su línea de conducta. Es muy inteligente, pero se apega a la acción; nunca reflexiona sobre sí misma.

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Isabelle Huppert lleva la película como sólo ella puede hacerlo. ¿Pensaste en ella desde el principio?
Primero, teníamos el parque infantil y el dúo de maestra/alcaldesa y discípulo/jefe de gabinete. Pero, durante el proceso de escritura, pensamos: “Ella es como Isabelle Huppert”, y después: “Él es como Reda Kateb”. Intento no pensar así y centrarme en la historia, pero pronto nos dimos cuenta de que eran ellos quienes debían protagonizarla. Vi a Isabelle por primera vez a mediados de los años 80, cuando hizo algunas comedias donde interpretaba a un personaje colorido y sexy, algo que no se corresponde con nuestra visión de su carrera: esa energía chiflada. Tiene fuerza, autoridad y profundidad, además de muy buenos momentos de comedia. Vi a Reda por primera vez en Un profeta [+lee también:
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ficha de la película] y pensé: “Es un actor no profesional muy talentoso”, porque no conocía su experiencia en el escenario.

Como drama político, hay una atmósfera que recuerda a Borgen, y también a la sátira política de Armando Iannucci desde In the Loop [+lee también:
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ficha de la película] a Veep.
Totalmente. Borgen es un excelente ejemplo de esta historia, con una mezcla entre las batallas políticas y las vidas personales de los protagonistas. Y sobre Iannucci, me gusta la sensación de brutalidad que forma parte del juego político. Esta es una batalla donde cada personaje es un soldado con un territorio que defender, y donde sólo el espectador tiene una visión completa.  

Usas el tema de la vivienda en una zona de bajos recursos como principal preocupación en el argumento. ¿Podríamos ver la película como una oportunidad de iniciar un debate real?
¿Hacia los políticos? No. Se la mostraré a los alcaldes con los que hice la investigación porque tengo curiosidad por saber su reacción. Pero no creo en películas con mensajes políticos. Está dirigida al público general, ofrece una imagen de la política que va hacia el lado oscuro, pero también hacia el lado bonito, del compromiso y de intentar hacer algo de forma colectiva. La situación de la vivienda, aunque es un tópico, era para mí la situación más visual. Dónde vives, cómo vives, agua, electricidad, higiene, seguridad: todo es muy concreto. Por supuesto, quería captar la indignación de las personas que viven en estas condiciones, y también cómo se defienden y su territorio. Como ese debate que encontré en los comentarios de un artículo de Le Monde sobre la venta de televisores de pantalla plana en viviendas de la periferia y que es un mal uso del dinero. La respuesta es que la PlayStation y los canales de deportes mantienen a los niños alejados de las calles y de las malas compañías.   

Has hecho dos largometrajes hasta ahora. ¿Crees que hay un tema en común entre ellos? ¿Sobre qué tratará el próximo?
Todavía no te hablaré del próximo. Pero creo que un área común es la relación entre un sistema individual y uno complejo. Mi primera película, Testigo [+lee también:
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ficha de la película], era más kafkiana, con François Cluzet como nuevo recluta en una extraña organización de espías. En Promesas en París, tratamos las capas de la política francesa y lo difícil que es hacer las cosas. Los personajes son inteligentes y tienen buena dicción, pero nadie consigue convencer a nadie. Si al final ganan, no es con la mente; son las agallas.

(Traducción del inglés)