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ZAGREBDOX 2021

Tiha K. Gudac • Directora de The Wire

"Ninguna de las personas en mi vida son activistas, simplemente tuvieron que responder a la crisis en la que se vieron envueltas"

por 

- La directora croata trata una nueva frontera improvisada que divide Europa, mostrando lo importante que es a veces simplemente escuchar

Tiha K. Gudac  • Directora de The Wire
(© Julien Duval)

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, de Tiha K. Gudac, presentada en ZagrebDox, se centra en la valla construida por el gobierno esloveno para detener a los refugiados que intentan entrar en Europa y arruina la preciosa región de Kupa en el proceso. Pero las personas que viven allí no han terminado de luchar, aunque a veces se posicionen en lados opuestos.

Cineuropa: Tu película forma parte de un proyecto más grande, dedicado a varias “fronteras” europeas. ¿Cómo surgió?
Tiha K. Gudac: Todo empezó con la idea de Frederik [Nicolai, el productor]. Él se vio afectado por todas estas fronteras, que tienen muchas implicaciones en las vidas de las personas. Ahora, hay seis historias Borderline dirigidas por directores locales en su mayoría [donde también encontramos Four Seasons in a Day [+lee también:
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, de Annabel Verbeke]. Desde el punto de vista creativo, todas son completamente distintas, y el objetivo es distribuirlas a través de canales públicos. Y creo que es un esfuerzo enorme.

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La gente promociona la región de Kupa como un paraíso turístico, de ahí que la valla parezca tan absurda: ¡Simplemente, no encaja!
Eso es lo que decían los habitantes del lugar. El esloveno y el croata son dos idiomas diferentes, pero allí las personas comparten el mismo dialecto. Sus conexiones son fuertes. Uno de los motivos es la geografía del lugar. Está en un cañón y es prácticamente inaccesible; en croata lo llaman “El jardín del diablo”. Tienen los inviernos más largos y los veranos más templados: las personas tienen que trabajar juntas para sobrevivir. Un personaje de mi película, Zlatko, es esloveno, pero vive en tierra croata, y no hay carretera, así que tiene que desplazarse en bote hasta la otra orilla. Pero ahora, está este alambre con candado, así que tiene que llamar primero a la policía. Es una locura.

Los vínculos sociales han cambiado debido a esa valla. Quedan muy pocas personas, y eso hace que sus vidas sean todavía más solitarias. Por otro lado, los humanos pueden adaptarse, pero los animales no. La armonía biológica de la región se ha alterado. Primero, no podían llegar al agua y se metían en el alambre, que es cortante. Ahora, han construido unas vallas, pero no puedes decirle a un oso que vaya a beber agua 100 metros más adelante. Tuvieron que crear puntos de ingreso para los animales, y teniendo en cuenta que toda la farsa es para que los migrantes no entren en Europa, ahora cualquiera puede. Uno de los protagonistas vino al estreno y lloró. “Lo están haciendo en contra de nuestra voluntad y destruyendo nuestras vidas”, dijo. También hay vallas en otras partes de Europa: se ha normalizado. En la película se dice que ahora es peor que después de la Segunda Guerra Mundial.

¿Siempre quisiste incluir las reflexiones de los refugiados? Para muchas personas, son relegados a algo extraño que ocurre en el bosque por la noche.
En este valle, así es como muchas personas los ven. Las cosas ocurren de vez en cuando, pero en realidad no los ven: es una amenaza fantasma. Había otra frontera de donde ellos venían, la que separaba Bosnia y Croacia. Quería usar el privilegio de la cámara y que no volvieran a aparecer como esos fantasmas. Sentía que tenía que ponerles cara a esas personas.  

Cuando hablé con los habitantes del lugar hace unos años, o con algunos políticos, todos decían: “No hay posibilidad de que los migrantes vengan aquí debido al cañón”. Es muy difícil llegar allí. En 2015, cuando Hungría cerró, Croacia estaba dejando pasar a la gente. Cuando ellos cerraron también, se volvió más duro: somos la primera entrada a Europa desde esa dirección. Así que ahora están eligiendo una ruta que es arriesgada, es cierto, pero que también es difícil de monitorizar. Están desesperados. Para ellos, no hay vuelta atrás. Pero hay personas como “Mama”, que vio a esos hombres hambrientos reunidos alrededor de la mezquita y empezó a ayudar. Hay un grupo de mujeres como ella, pero otras no quisieron ser grabadas. No querían atención, querían ayudar a su comunidad. Las personas de mi película no son activistas, simplemente se vieron obligadas a responder a la crisis en la que se vieron inmersas. Hay “civiles” que ahora tienen que luchar para intentar salvar sus vidas normales.

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(Traducción del inglés)

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