17/03/2021 - Los slasher coproducidos entre Finlandia y Estados Unidos no son algo habitual hoy en día, por lo que hemos aprovechado la oportunidad para saber más sobre este justo antes de su estreno en SXSW

No todos los días se oye hablar de slashers coproducidos entre Finlandia y Estados Unidos, pero Alex Noyer está aquí para satisfacer esa necesidad. “Soy finlandés, mi madre es finlandesa, y el productor, Hannu Aukia, también es finlandés; hay bastantes finlandeses en Sound of Violence [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Alex Noyer
ficha de la película]”, dijo antes del estreno mundial en el SXSW de su película sobre una chica que, tras sufrir una tragedia en su infancia, se dedica a la música de una manera poco ortodoxa.

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Cineuropa: Es curioso que estemos hablando después de todas esas nominaciones a los Óscar por Sound of Metal. ¿Crees que la gente por fin empieza a apreciar otros aspectos además de lo visual?
Alex Noyer: Es una película impresionante, y es interesante que tengamos estos títulos tan parecidos y que ambos tratemos la pérdida de la audición. Hice un documental llamado 808, sobre una caja de ritmos que revolucionó el hiphop. Esa caja de ritmos se apoderó de mi vida, así que empecé a desarrollar un concepto de terror. “Eh, ¿sabes qué? Después de cinco años documentando una caja de ritmos, ¿qué tal si mato a alguien con ella?” Esto dio lugar al corto Conductor.

La gente alababa los efectos, pero a mí me interesaba más el personaje. Empecé a trabajar en su universo y en su trasfondo, y a veces, cuando tienes una idea que puedes explicar en una sola frase, el desarrollo se acelera. Podría decirle a la gente que mi película trata de una asesina que hace música con sus asesinatos.

Es una buena carta de presentación. Pero también me vino a la mente alguien como Buffalo Bill en El silencio de los corderos, obsesionado con la idea de un “vestido de mujer”.
Alexis (interpretada por Jasmin Savoy Brown) está comprometida con su arte. Quería asegurarme de que era una artista, más que una asesina en serie, aunque su arte conlleve daños colaterales. La película también trata de esto, del arte frente a la realidad y de darse cuenta de lo que hace falta para lograr tu ambición.

Mi padre es pintor, y cuando hablas con los artistas sobre lo que hacen, puedes ver cómo se les enciende el interruptor. Me gusta pensar que acentúo la realidad en mi obra, y el viaje creativo es intrínsecamente destructivo de todos modos, solo había que empujarlo. Sin embargo, también quería que la gente se sintiera en conflicto. Tuve una conversación con algunos productores de películas de terror, y les dije que cambiar este paradigma y optar por seguir al asesino era uno de los retos más divertidos. Así fue como convencí a Jasmin para que aceptara el papel, no se trataba únicamente de un baño de sangre gratuito.

Utilizas el sonido para hacer que ciertas escenas parezcan mucho más violentas y brutales. ¿Cómo lograste conseguirlo sin que resultara demasiado exagerado y se convirtiera en algo cómico?
Estaba rodeado de gente increíble, y al hacer mi corto, ya aprendimos a combinar las escenas de los asesinatos con la música. No podíamos llevarlo demasiado lejos, pero tenía que notarse. Trabajé con Jussi Tegelman, otro finlandés, y supimos darle la presencia que necesitaba sin intentar quitarle protagonismo al personaje. Lo mismo con Jakko Manninen, otro finlandés, Alexander Burke y Omar El-Deeb, quienes crearon la música que permitió el proceso que sigue Alexis en su experimento. Queríamos que la música te atrapara, sin gritarte.

Cada vez que consigue escuchar estos sonidos, la reacción es casi orgásmica. Con un protagonista masculino, lo hemos visto antes: asesinos que obtienen satisfacción sexual de sus crímenes.
Nunca he visto a un hombre con tanta sensibilidad artística a la hora de matar. Crecí rodeado de mujeres inspiradoras, aunque ninguna de ellas era una asesina, y como padre de dos hijas, muchas de las historias que me surgen tienen protagonistas femeninas. Nunca podría haber concebido a Alexis como un hombre. Cuando añadimos la condición de sinestesia, no se trataba de una connotación sexual, sino de un subidón artístico. Me dijeron que no había sensualidad en la historia, pero sí la hay: en el compromiso con el arte.

Quería que todo fuera creíble, de una manera extraña. La violencia, cuando nos pasamos de la raya, pierde realismo. Cuando nos la tomamos demasiado en serio, pierde el ambiente artístico del asesino. He leído que los guionistas de películas de terror nunca celebran la violencia, sino que la denuncian. No es para glorificarla, es para exteriorizarla. Y de nuevo, como padre de dos hijas, que ahora son demasiado pequeñas pero que en algún día verán esta película, espero que se sientan empoderadas. No para hacer una matanza, sino para tener una liberación creativa y libertad.

(Traducción del inglés por Jordi Lloret)