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BERLINALE 2021 Generation

Fred Baillif • Director de La Mif

"Lo que quiero decir, es: ¡dejad de cerrar los ojos!"

por 

- BERLINALE 2021: Hemos hablado con el director suizo sobre su nueva película, que explora el mundo de los adolescentes y los trabajadores sociales

Fred Baillif  • Director de La Mif
(© Stephane Gros)

El director suizo Fred Baillif trabajó con un grupo de actores no profesionales en La Mif [+lee también:
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, su nueva incursión en el drama social. A lo largo del metraje describe un entorno que conoce bien gracias al tiempo que ejerció de trabajador social. Ganadora de la sección Generation 14plus de la Berlinale de este año, la película presenta un retrato íntimo y sensible de una generación de jóvenes que chocan con su entorno y que luchan por superar sus traumas. El director nos habla sobre su método de trabajo y sus protagonistas.

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Cineuropa: En la película plasmas un entorno que te resulta familiar porque ejerciste de trabajador social. ¿Cómo has adaptado ese material para convertirlo en una película?
Fred Baillif: Dejé de ejercer como trabajador social porque no comparto el enfoque que tiene mucha gente sobre ese trabajo. Se prohíbe que los educadores mantengan una relación cercana con los jóvenes y con la gente a la que hacen un seguimiento. Yo cuestiono el día a día del trabajador social y también el concepto de la distancia profesional. Lo único que necesitan esos jóvenes es afecto, ¡amor!, que es justo lo que no pueden recibir.

El material para la película lo aportan las chicas. Trabajamos durante dos años en talleres con el objetivo de transformar ese material emocional. Hablé largo y tendido con educadores, y lo que más me interesaba era cómo se abordaba la cuestión de la sexualidad en las distintas instituciones. La sexualidad entre menores es un enorme tabú, pero yo no era muy consciente de ello.

¿Cómo encontraste a tus protagonistas? ¿Rodaste en una casa de acogida para jóvenes?
Todas las chicas y los trabajadores sociales son actores no profesionales. Encontré una institución en la que quería rodar y de la que salieron todas las chicas de la película, pero tan solo dos semanas antes de empezar, cambió el director de la institución y el nuevo se negó a dar luz verde al rodaje. De hecho me denunció porque dijo que era yo peligroso para las chicas, puesto que quería hablar sobre la sexualidad y los jóvenes. Dos de las chicas protagonistas se cayeron del elenco. Por suerte encontramos una nueva institución con una mentalidad mucho más abierta y de ella salieron dos nuevas protagonistas.

¿Hasta qué punto lo que cuentas en la película está basado en hechos reales?
Pedimos a las chicas que pensaran en su propia historia para dar forma a sus personajes. No están contando su historia personal, pero sí una historia inspirada en su propia experiencia. No se les permitió contarse las historias entre ellas; fue un secreto hasta el inicio del rodaje.

¿Trabajaste con un guion cerrado o dejaste espacio para la improvisación?
Todo es improvisación. No escribí ningún diálogo. Sí que había algunos chistes cerrados. Todos sabían que el director tenía un secreto y que, llegado el momento, lo desvelaría. Pero el resto del tiempo me dediqué a seguir su energía. No quería que interpretaran un papel, sino que fueran auténticas a más no poder, que reaccionaran a su entorno y a los demás actores. Tenían que utilizar sus propias palabras. Era importante que las chicas se fiaran de mí y que la confianza fuera mutua. Me habían contado su vida, y en el set de rodaje trabajamos como un equipo y crecimos juntos como una familia.

No parece que te interese especialmente qué fue lo que reunió a esas chicas, y en su lugar te centras en cómo interactúan y en cómo ven ellas la vida tras las experiencias por las que han atravesado.
He querido darles espacio para que se escuche su voz. En mis conversaciones con ellas me di cuenta de lo presentes que están los abusos sociales y lo habituales que son en los entornos familiares, pero también que es un gran tabú cuando llega a hacerse público. Mi objetivo era subrayar cuántos cómplices hay en estos casos: madres, abuelas, tías… Lo que quiero decir es: “¡Dejad de cerrar los ojos!”. Y lo más importante, quería mostrar todo el potencial que atesoran estas jóvenes.

¿Qué podrías contarnos acerca de la estética de la película? ¿Por qué era importante el uso de la cámara en mano?Quería que la cámara retratase la atmósfera claustrofóbica que yo sentía en esas instituciones, y para esto lo mejor era que estuviera muy cerca de los actores. Esos edificios no son cárceles, pero como si lo fueran. La cámara tenía que poder moverse con los personajes y reaccionar a sus improvisaciones. Como todos eran actores no profesionales no estaban acostumbrados a colocarse donde se supone que tenían que estar, en sus marcas, y quería que se sintieran los más cómodos posible.

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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