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España

Lluís Quílez • Director de Bajocero

"Me gustan los rodajes complicados y difíciles"

por 

- El director catalán firma su primer largo español, un thriller con un reparto enteramente masculino que se estrena mundialmente en Netflix

Lluís Quílez • Director de Bajocero

Charlamos con Lluís Quillez, barcelonés de 41 años, sobre su thriller Bajocero [+lee también:
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ficha de la película
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, que se estrena mundialmente en Netflix el 29 de enero, en donde encierra a un reparto enteramente masculino (liderado por Luis Callejo, Karra Elejalde y Javier Gutiérrez) en un furgón blindado, que circula por muy gélidos páramos.

Cineuropa: En parte de España acabamos de sufrir una ola de frío parecida a la que da título a tu film...
Lluís Quílez:
Rodamos en una época similar: en febrero, y en la filmación hubo días de condiciones muy adversas, aunque nunca con un temporal de esas dimensiones, pero muchos días rozamos los cero grados. Fue un rodaje muy exigente: en los exteriores, por la climatología; en interiores, por la dificultad de trabajar en espacios pequeños.

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En tu cortometraje Graffiti (2016) también la nieve tenía gran presencia...
Me fui a Chernóbil en invierno, a menos de 16 grados, con nieve virgen por encima de la rodilla. Fueron condiciones de rodaje con poca gente, de guerrilla, salvaje, a lo Herzog, viviendo una experiencia muy intensa. Siempre me ha gustado meterme en follones y que los rodajes sean duros: generar esa tensión en el set y que todo el mundo tenga que estar a tope para que la película salga adelante, porque cuando se crea esa energía sale lo mejor de la gente. Me gustan los rodajes con complicación.

Llevar al límite la puesta en escena...
Sí, quizás soy un poco sádico y masoquista a la vez, jeje: porque se sufre mucho, pero cuando consigues el plano que querías, la satisfacción es mayor. Ahora hemos tenido escenas que costaba rodarlas, con muchos elementos: niebla, efectos y disparos... Siempre me han llamado la atención los directores que han asumido retos: recuerdo Abyss, de James Cameron, rodada bajo el agua, y cómo desde muy joven sentía fascinación por ese tipo de producciones que no eran frenadas por las dificultades y salían adelante.

¿Cómo se rodó la secuencia más espectacular de Bajocero (que no vamos a desvelar aquí)?
No se había hecho algo así en el cine español: dura ocho minutos, usando un decorado móvil de mil kilos y con los actores reales -sin dobles- en el 99% de las tomas. Debatimos varias opciones y la rodamos en tres días, pero los intérpretes tuvieron que entrenarse para ella, pero siempre con medidas de seguridad. Se pudo filmar tal cual estaba planteada en guion. Y salió bien, aunque la dejamos para el final de rodaje, por si acaso...

Además, Bajocero transcurre mayoritariamente durante una noche oscura...
Sí, la tres primeras semanas se rodó siempre de noche, en exteriores y a cero grados. Tuvimos que generar la niebla y, a veces, la nieve. Luego estuvimos una semana de día, en una casa medio en ruinas que tuvimos que apuntalar para entrar con un equipo de 30 personas.

¿Ha sido entonces diferente esta experiencia en España respecto a tu anterior película, Out of the Dark, de producción norteamericana?
Sí, aquel fue un largometraje de encargo, que se rodó en Colombia y no se estrenó aquí, por eso considero Bajocero mi primera película, escrita por mí. La manera de trabajar de aquélla era para un estudio, con poca libertad. Siento ahora que este segundo film es como yo lo quería y estoy satisfecho, pues siento que lo que hay en pantalla es lo que deseaba, soñaba e imaginé cuando escribía; mientras en el otro el director tuvo las manos un poco atadas y era más un film de productor.

Bajocero tiene un casting español estupendo...
Queríamos un reparto buenísimo que pudiera aportar la dureza de película carcelaria, testosterónica, seca... y que, al ser también técnica, con una planificación muy elaborada y exigente, mantuviera la naturalidad. Yo deseaba a Luis Callejo y se lo dije en nuestra primera charla. Quería recuperar al Karra Elejalde de los thrillers de los ochenta y los noventa, como La madre muerta o Los sin nombre, con más carga dramática, dejando atrás al abuelete vasco de los chistes proque yo buscaba un rol melancólico y triste, a lo cual él se sumó con mucha ilusión porque le daba la oportunidad de explorar de nuevo esa faceta. Javier Gutiérrez interpreta muy bien al hombre común: yo quería una película de acción sin un héroe de acción; no anhelaba a un protagonista alto, guapo y fuerte, sino al español medio, que generase empatía y conectases con él. Como decía Hitchcock, se trata de poner a un tipo normal en una situación excepcional: él era el actor idóneo. Y les rodeamos de secundarios de lujo, como Andrés Gertrúdix, Patrick Criado o Isak Férriz.

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