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España

Lucas Figueroa • Director de Renaceres

“La mascarilla te obliga a interpretar las miradas con profundidad”

por 

- El cineasta argentino Lucas Figueroa rodó durante nueve meses el Madrid de la pandemia y sus fases para Renaceres, un ejercicio poético con las voces de José Sacristán e Imanol Arias

Lucas Figueroa  • Director de Renaceres
(© Martin Mendez - Heroes Agency)

Lucas Figueroa (Buenos Aires, 1978) debuta en el documental con Renaceres [+lee también:
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, película que refleja emociones surgidas durante la pandemia del coronavirus en la capital española. Antes de esta incursión en la no ficción, el cineasta había firmado cortos y largometrajes como Despido procedente y Viral [+lee también:
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. Charlamos con él.

Cineuropa: ¿Ha sido complicado el salto de la ficción al documental?
Lucas Figueroa:
Yo veo Renaceres como una obra de experimentación poética. Fue bonito, como pintar un cuadro, con un proceso distinto al de montar una película: más vinculado al mundo del arte que al del cine.

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Hablas de cuadros: la luz a veces es mortecina en los planos de la ciudad desierta.
Apenas está tocado el color: rodé siempre a las ocho de la tarde y el cielo estaba así, gris y lluvioso. Pero durante el resto del día filmábamos los interiores: tengo material como para hacer Ben Hur. Nueve meses de rodaje, todos los días: es una locura todo el material que tenemos. Y jamás, en 25 años que llevo trabajando, me dieron permiso como ahora para meter un dron en un aeropuerto: dimos varias vuelta con él a la torre de control.

La película es también un canto de amor a Madrid.
Mi padre es de Vigo y mi madre de Almería, aunque nací en Argentina, pero llegué a la capital española hace más de 20 años y esta ciudad me lo dio todo: de ahí mi homenaje.

El documental se estrena cuando empieza a verse luz al final del camino oscuro de la pandemia, además de coincidir con la Navidad…
No pensé en ello, porque todo cambia semana a semana… Nunca imaginé que iba a poder estrenar en diciembre: se fue dando así. A ver cómo se recibe… Yo tenía mis dudas, porque tal vez estamos hartos de la pandemia.

Pero enfocas la pandemia de la forma menos dramática: apenas hay escenas de hospital.
Yo no quise nunca que fuera una película del covid-19, sino que partiera de un hecho trascendental e histórico, que nos obliga a frenar y ahora nos podemos hacer preguntas más profundas: ¿hacia dónde iba yo? ¿cómo es mi relación con los demás y el medio ambiente? ¿qué estoy haciendo? Esa fue mi experiencia y la intenté plasmar.

Además has contado con amigos con los que ya habías trabajado, como Imanol Arias, que recitan poemas: ¿son originales tuyos?
La idea inicial era hacer un homenaje a Madrid y a maestros de la literatura española, como Bécquer, Lope de Vega y Quevedo, recitando sus poemas sobre imágenes de la ciudad en un plano de tres minutos, como si fuera un cuadro, y con esto hacer una exposición de 30 piezas. Cuando empecé, me di cuenta que estaban bien los poemas, pero no tenían demasiado que ver con la imagen. Yo había escrito un libro de poesía, así que miraba por las noches el plano que había grabado y escribí una poesía sobre él y se lo mandé a Alejandro Sanz y a José Sacristán. Uno a uno se fueron sumando artistas: en la película aparecen cinco, pero hay más, como Lolita o Ana Belén, que formarán parte de esa exposición futura de 30 piezas. Todos los poemas están escritos por mí menos el primero, que lee Imanol y se le atribuye a Borges, pero no se sabe de quién es. El resto los escribí todos yo.

¿Y por qué rodar en 8K?
El cine se ve a 2K… No se suele rodar a 8K, pero mi idea inicial fue hacer un archivo para la memoria histórica: había que documentar lo que sucedía con la máxima calidad (el 8K), aunque hoy todavía nada se emite así, pero espero que sí se pueda hacer en unos años. Ahora tengo armarios de servidores para guardar el material que se grabó, que en unos años será muy útil.

También aparecen en el largometraje personas de establecimientos hosteleros vacíos y niños con mascarillas, enfatizándose la fuerza de la mirada.
Todos esos planos de personas con mascarilla los tenemos también quitándosela y sin ella: la gente que aparece en pantalla es poca respecto a todos los rostros que se rodaron, pero es que no tenemos costumbre de ver miradas y la mascarilla te obliga a interpretar miradas con profundidad. Esa  parte de la película con las caras de niños, adultos y mayores es la que más me gusta: un humano mirando a través de la pantalla a otro humano, el espectador. Y eso me parece muy potente.

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