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NAMUR 2020

Laurent Lafitte • Director de L’Origine du Monde

"Era la oportunidad de tratar temas profundos con la modestia que ofrece la comedia"

por 

- Entrevistamos a Laurent Lafitte, cuya primera película como director, L’Origine du Monde, se estrenó la semana pasada en el Festival Internacional de Cine Francófono de Namur

Laurent Lafitte • Director de L’Origine du Monde
(© Théo Fabrice)

El actor Laurent Lafitte presentó su primera película como director, L’Origine du Monde [+lee también:
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, la semana pasada en el Festival Internacional de Cine Francófono de Namur. Esta primera adaptación cinematográfica de una obra teatral de Sébastien Thiéry cuenta la historia de un hombre cuyo corazón deja de latir; y, para sobrevivir, debe enfrentarse al tabú más importante para un hombre: la sexualidad de su madre.

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Cineuropa: ¿Cómo y por qué decidiste lanzarte a la dirección?
Laurent Lafitte: La necesidad de dirigir está presente en mí desde hace mucho tiempo. Siempre me ha gustado pasar el tiempo en el plató, descubrir la mecánica de los rodajes. Me reí mucho cuando descubrí L’Origine du monde, la obra de teatro, hace 6 o 7 años. Me enamoré de la comedia. Y después, la obra empezó a evolucionar en mi cabeza; descubrí niveles de lectura muy diferentes y cada vez más íntimos de la historia. Pensé que era la oportunidad de hablar de muchas cosas, con la modestia que ofrece la comedia, y hacer preguntas muy íntimas a través de la transgresión cómica.

¿Cómo se apropia uno de un proyecto imaginado por otro?
Hay cosas de la obra que me gustaron mucho, momentos de comedia muy locos, y otros que me gustaron menos. Intenté mantener el equilibrio, depurando algunas escenas y cambiando algunos personajes, sobre todo el de la madre, que era muy antipática desde el principio de la obra, mientras que yo quería crear empatía para desestabilizar más a los espectadores.  

¿Cómo infundir el cine en un dispositivo teatral?
Yo añadí varias escenas fuera del apartamento donde se desarrolla la obra, sobre todo al principio, para ampliar el prisma. También añadí secuencias oníricas. Volví a ver La soga, de Hitchcock, mientras preparaba la película. Él sortea el problema de la adaptación teatralizando todavía más la dirección. A través de ese largo plano secuencia, él inventa el cine, en una temporalidad típicamente teatral. Fue una inspiración porque acepté que había que asumir la teatralidad de algunos pasajes, asumir el plano contraplano en un apartamento burgués, una figura clásica del teatro de bulevar, no intentar hacer más, dejarlo en manos de los actores. Eso me ayudó a no intentar hacer más cinematográfica una cosa que no lo era. Por último, conserve, al menos, el 70 % de los diálogos de la obra. 

Las situaciones son alocadas y la interpretación es muy seria, muy realista. ¿Es un contraste generador de comedia?
Yo creo que esta historia es dramática, incluso atroz. Lo que le ocurre a Jean-Louis es el pánico total, y la forma en que trata a su madre y a su amigo, lo que descubre, es horrible. Es una tragedia y, por lo tanto, cuanto más trágica más divertida. Para mí, tenía que ser realista, que no sea la interpretación lo que apoya la comedia. Que la sinceridad sea la misma que en un drama.

En la película, se toca un tabú máximo: la sexualidad de la madre, y por extensión, su intimidad.
El hecho de que su madre también sea una mujer es un tabú enorme para Jean-Louis. Además, cuando el personaje de Michel busca despertar la sensualidad de la madre, le resulta intolerable. Pero aquí también se toca el secreto familiar. Todos tenemos cosas que resolver con la familia, ese vínculo obligatorio. Armistead Maupin habla de la familia biológica, y de la familia lógica, la que se elige. El secreto familiar hace que haya algo casi celular que impida avanzar a las personas. ¿Cómo algo que ignoramos puede obstaculizarnos?

¿Esto te ha animado a iniciar proyectos de escritura?
Me gustaría mucho inventar una historia original; pero me gusta cuando hay una verdadera historia, una idea sólida, y no sé si tengo ese talento. Creo que no se me dan mal los diálogos, pero la historia, la dramaturgia pura, es obra del autor. No hace mucho tiempo, antes de la Nouvelle Vague, había un guionista, un dialoguista y un director. Por el momento, me encuentro cómodo en este papel, no me siento guionista.

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(Traducción del francés)

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