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VENECIA 2020 Orizzonti

Kaouther Ben Hania • Directora de El hombre que vendió su piel

“¿Qué significa ser libre?”

por 

- VENECIA 2020: La cineasta tunecina Kaouther Ben Hania habla de la sorprendente El hombre que vendió su piel, una producción europea proyectada en la sección Orizzonti

Kaouther Ben Hania • Directora de El hombre que vendió su piel
(© La Biennale di Venezia / ASAC / Giorgio Zucchiatti)

El hombre que vendió su piel [+lee también:
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es el cuarto largometraje de Kaouther Ben Hania después de Le Challat de Tunis [+lee también:
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(ACID - Cannes 2015), Zaineb n’aime pas la neige [+lee también:
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(Fuera de Competición - Locarno 2016) y La Belle et la meute [+lee también:
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(Un Certain Regard - Cannes 2017). La película, interpretada por Yahya Mahayni, Monica Bellucci, Dea Liane y Koen de Bouw, se estrenó en la sección Orizzonti de la 77ª Mostra de Venecia.

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Cineuropa: ¿Cómo surgió la idea de una película inspirada en el lienzo humano Tim (2006-2008)?
Kaouther Ben Hania: De varias temáticas que me apasionan. La primera idea surgió cuando descubrí el trabajo de Wim Delvoye. Pero me tomé algunas libertades con respecto al origen de mi inspiración porque yo quería interpretar al personaje tatuado, darle una identidad, tomarlo como un punto de partida para darle un aspecto político. Como en la misma época también me interesaba mucho el tema de los refugiados, sobre todo sirios, le di esa identidad. Intenté imaginarme su evolución interior, por qué lo hacía y cómo reaccionaría a su nuevo estatus de obra de arte.

En estos dos mundos, el del arte contemporáneo, que representa el lujo, y el de los refugiados, que representa la supervivencia extrema, resuena la misma noción de libertad.
La noción de libertad es el tema principal de la película. Son dos mundos completamente opuestos en ese plano. El tema que yo quería tratar era: ¿Qué quiere decir ser libre? El contexto geopolítico y sociopolítico define nuestra libertad de movimiento e incluso nuestra libertad de hacer lo que queramos.

Ese tatuaje de una visa Schengen en la espalda de Sam, ¿es un pacto faustiano?
En efecto, el personaje de Jeffrey hace referencia a Mefistófeles. No le pide a Sam su alma, sino su espalda. Después, de forma sarcástica, incluso cínica, explica que transformar a Sam en una mercancía, le permitirá vivir de una forma más libre. Pues vivimos en un mundo donde las mercancías circulan mucho más rápido que algunos seres humanos. De esta manera, Jeffrey lanza una provocación a los actores del mercado del arte. Sam sabe que ha obtenido su libertad de circular, los papeles, una visa, todo lo necesario, pero también sabe que ha perdido algo. Él paga un precio: el precio de convertirse en un objeto, de ser vendido, expuesto, de convertirse en un valor comercial. Eso plantea una pregunta sobre el pacto: ¿Qué perdemos a cambio de esa libertad que nos han dado? La búsqueda de Sam consistirá en buscar esa libertad.

¿Qué pasa con el amor, el motor de las decisiones de Sam?

Él quiere encontrar a la chica que ama sabiendo que es muy complicado porque ella está casada. Es su motor interno y, al principio de la película, es detenido por hacer una declaración amorosa que habla de libertad y de revolución en una dictadura. Eso resume a la vez su pasión, su deseo y el precio que se ve obligado a pagar para conseguir su objetivo. Toda la película trata de eso. Cuando decide salir de su inercia en Beirut para ir a buscarla y, para ello, acepta ser tatuado en la espalda; no piensa en la estrategia, sino en la espontaneidad, la impulsividad, que es una forma muy cruda de libertad. Se arriesga a pagar un precio, pues en la actualidad hay que ser estratega y calculador. Todas las decisiones de Sam al principio de la película están ligadas a un impulso emocional que para nada es racional, pero, poco a poco, se convertirá en estratega para salir de esa trampa.

¿Hasta qué punto conoces los códigos del arte contemporáneo?
Más allá del trabajo de investigación clásico de ver exposiciones, seguir la actualidad, asistir a subastas, comprender el mercado y sus actores, yo creía que la idea de introducir en este mundo a alguien que no lo conociera, como mi personaje, que tiene una mirada de perdedor ingenuo, nos daría una visión completamente distinta de este mundo. Un punto de vista inculto sobre un mundo del arte contemporáneo que puede parecer elitista, incluso sagrado. Pues el arte es, en parte, heredero de la religión. Como dice Jeffrey en un momento: “Las personas buscan sentido y yo se lo vendo”.

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(Traducción del francés)

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