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Carlos Marques-Marcet • Director de Los días que vendrán

"El gran reto consiste en mostrar el pensamiento de los personajes"

por 

- Carlos Marques-Marcet ha presentado en el 47° Festival Internacional de Cine de Huesca su tercera película, Los días que vendrán, dos semanas antes de su estreno en salas comerciales españolas

Carlos Marques-Marcet • Director de Los días que vendrán
(© Jorge Dueso/Festival Internacional de Cine de Huesca)

Esta es la tercera vez que Cineuropa charla con el cineasta catalán Carlos Marques-Marcet. La primera conversación tuvo lugar durante el Festival de Málaga del 2014 (leer aquí), pocos días antes de ganar la Biznaga de Oro con su ópera prima 10.000 km [+lee también:
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; la segunda, en el de Cine Europeo de Sevilla, donde Tierra firme [+lee también:
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, largometraje rodado en Londres, inauguró la edición de 2017 (leer aquí). La tercera se ha producido durante el 47º Festival Internacional de Cine de Huesca, ciudad aragonesa a donde el cineasta catalán acudió a presentar Los días que vendrán [+lee también:
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, también triunfadora en Málaga (en su última edición) y que llegará a las salas de cine españolas el próximo 28 de junio, distribuida por Avalon. Hablamos de ella.

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Cineuropa: Anoche, en el teatro Olimpia de esta ciudad, durante la proyección del film, que culminó en un gran aplauso, se percibía la gran empatía que el público sentía hacía la intimidad que transmite Los días que vendrán.
Carlos Marqués-Marcet: Logramos esa intimidad porque rodamos con equipo pequeño y porque yo vivía puerta con puerta con los actores protagonistas: todos los ensayos los hacíamos allá y teníamos bastante familiaridad, porque se sentían como en casa. Eso facilitó no ir con prisa, hacer las tomas que hicieran falta y tener el tiempo suficiente, sin la obsesión de mirar todo el rato el reloj. En esta película, he llevado al máximo exponente algo que veníamos trabajando en las películas anteriores. Aquí, además, según rodábamos, íbamos montando, viendo así cómo iba todo, aprendiendo de los propios errores y afinando, cosa que no tuvimos en Tierra firme, donde no pudimos repetir tomas. Aunque aquella producción fue más grande, aquí hemos tenido más días de rodaje: año y medio en total; y el 40% de lo filmado se llevó a cabo después de que los actores principales hubieran tenido a su hija.

La película plantea, entre muchos otros temas, que a veces no podemos, aunque queramos, llevar a cabo lo planeado, pues la vida te empuja por otro camino inesperado...
Así es, en el guion había una idea de continuidad con la vida de los padres, pero nos dimos cuenta de que era más interesante plantear que la vida no siempre te lleva a donde quieres, y también estaba la idea de hacer una película donde la vida va creciendo y, por otro lado, puedes tener el conflicto de pareja -la cuestión de las relaciones-, pero la propia vida supera cualquiera cosa que los humanos podamos calcular o medir.

A la hora de filmar, ¿fueron surgiendo aspectos que añadisteis a la historia?
Sí, las propias improvisaciones iban creando el guion, aprovechando lo que surgía en los ensayos, lo escribíamos: la mayor parte del guion está escrito a partir de improvisaciones. Y tiene algo de documental pues siempre que se ve a la protagonista con la barriga enorme, eso está filmado con ella en pleno embarazo real.

Los embarazos aparecen en todas tus películas.
Así es, porque es de esos momentos capaces de provocar un terremoto en nuestra vida y cambiarla radicalmente: no hay tantas cosas así en lo cotidiano. En las películas de Ozu era el matrimonio lo que cambiaba las existencias, decisiones que modificaban el resto de la vida de los personajes. Hoy en día, tener hijos o no sí cambia tu existencia: ahí hay un conflicto que me interesa mucho.

¿Continuarás con el tema en futuros films?
No, supongo que he cerrado un ciclo, aunque sí me gustará explorar las relaciones entre padres e hijos. Para mí hacer películas es una manera de investigar asuntos que me preocupan: me ayudan a preguntarme qué es la vida, cómo nos queremos o por qué estamos aquí. Me interesa indagar sobre lo que nos rodea y la dificultad de entender al otro, que sigue siendo la misma dificultad con relaciones de cualquier tipo o género. El cine tiene algo de la otredad: cuando filmas, ruedas a alguien y vas al encuentro del otro. Me interesa lo que está próximo a mí: no tenemos a veces ni idea de cómo vive la otra persona las experiencias que compartimos con ella.

Ayer, en un encuentro con el público de Huesca, comentabas cómo la cámara capta el pensamiento: con Los días que vendrán has logrado eso mejor que en tus anteriores films.
Uno, poco a poco, se va refinando. Me interesa el nexo, además, que hay entre lo emocional y lo racional, ya que ambos van mezclados. Retratar el pensamiento del otro era el gran reto. Con esta película ha habido además un proceso -un tanto liberador- de dejar que las cosas pasasen: es cierto que hemos tenido suerte, pero hay que estar allí para encontrarlas. Hay que rendirse al cine y a lo que tiene de inesperado.

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