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GÖTEBORG 2019

Mia Engberg • Directora de Lucky One

"Quiero hacer películas que solo yo pueda hacer"

por 

- Charlamos con Mia Engberg sobre su nueva película, en la que trata de reemplazar los temas de sus documentales anteriores por temas ficticios Lucky One

Mia Engberg  • Directora de Lucky One
(© Camilla Lindqvist)

Mia Engberg ha tenido un papel importante en el cine sueco desde los inicios de su carrera. Después de estudiar cine en los Ateliers Varan de París, se graduó en el Stockholm Dramatic Institute en 1996. Hasta la fecha, ha escrito, dirigido y estado detrás de la cámara de un gran número de producciones, normalmente documentales. Tocaba el bajo en el grupo de punk/ska Vagina Grande, y propició el Sexy Film Manifesto, que reclama los derechos sexuales de las mujeres y que sirvió a su vez de idea para Dirty Diaries – 12 Shorts of Feminist Porn, una colección de cortometrajes eróticos. En 2013 presentó la película, a partes biográfica a partes documental, Belleville Baby [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
. Más recientemente, Engberg ha desarrollado lo que se conoce como “Visual Silence”, un concepto estético que cuestiona los elementos sonoros y visuales. En Lucky One [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Mia Engberg
ficha de la película
]
, quese acaba de estrenar en el Festival de Göteborg, pone a prueba sus ideas. 

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Cineuropa: “Mia” y “Vincent” son los dos protagonistas de Lucky One, perteneciente al género de “ficción”, pero también de Belleville Baby, considerada un “documental”.
Mia Engberg: Realmente, no es así; yo la llamaría más bien una especie de ensayo poético. El componente documental lo añade el hecho de que Vincent represente a mi ex, que ha estado en la cárcel, y cómo recordamos viejos tiempos y nos reconciliamos. En Lucky One me interesaba construir una historia de ficción en torno al personaje de Vincent. Parte de mi inspiración se la debo a Marguerite Duras, una de mis influencias desde hace tiempo, y a quien le gusta tratar temas como el amor y la violencia, así como recurrir a los mismos personajes de vez en cuando, como David Bowie y Major Tom. Es realmente fascinante.

Observamos, o mejor dicho oímos, cómo “Mia” está filmando la película al mismo tiempo que la estamos viendo. Se dirige a una segunda persona, que podría ser Vincent pero también nosotros, los espectadores.
En cierta manera, “tomé” la idea de Europa de Lars von Trier, donde una voz en off guía al “tú” a través de la historia. Me gusta mucho la segunda persona, establece una relación entre “tú” y “yo” a medida que ves la película.

La historia es pura y sencilla.
Mucho. Cuenta las peripecias de un gángster de segunda cuando su hija, a la que no ve muy a menudo, se queda unos días en su casa mientras su ex mujer y madre de la niña está de viaje. Se encuentra dividido entre ser un buen padre y servir bien a la mafia, pero cuando una joven prostituta solicita su ayuda, la situación lo pone a prueba. Es todo un clásico, que le cuento a “Vincent” por teléfono. Tendrá una tercera parte, pues se trata de una trilogía sobre nuestra conversación. Y al igual que el estreno de Belleville Baby vino acompañado de la publicación de un libro, Lucky One también tendrá el suyo.

Eres aficionada a combinar distintas formas de arte: el cine, la literatura de no ficción, la poesía… Y además, estás cursando un doctorado en Comunicación en la Academia de bellas artes de Estocolmo.
Cierto. Me gusta referirme a mis últimas creaciones como “Visual Silence”, un proyecto de investigación que realicé en la universidad. En poesía, por ejemplo, el ritmo es importante, pero también lo es el silencio. Es posible que me inspiren más otras formas de arte que el cine.

En tu “visión como directora” citas a Duras y a Derek Jarman, y mencionas también a Trier. Todos ellos son directores transgresores a los que les gusta transformar las artes, a veces a través de ciertas reglas. ¿Has creado algún tipo de estructura siguiendo estos parámetros?
Una regla, por así decirlo, era que fuese casi siempre de noche en la versión visual de la historia. Me encargué de descartar todo lo que fuera estereotípico, como por ejemplo en los planos de París, donde no aparece ninguno de los lugares típicos. Fue un método de trabajo interesante. Los actores aparecen solo en ocasiones, por lo que los diálogos solo pueden oírse, lo que contribuye a crear una especie de experiencia aislada. Mi intención es crear una imagen en la mente del espectador, un espacio creativo, como cuando nos encontramos ante un buen libro y vamos formando imágenes en nuestra cabeza conforme vamos leyendo. El trabajo de edición llevó mucho tiempo, y algunos de los productores se quejaron por la falta de imágenes, por no hablar de las secuencias en las que la pantalla aparece en negro. Querían que se hiciera más con su dinero. 

Han pasado ya seis años desde el estreno de Belleville Baby. ¿Dirías que tu forma de trabajar es lenta?
Sí, lo es. Yo misma edito mis películas, y les doy muchas vueltas a las cosas. Quiero hacer películas que solo yo pueda hacer, este es mi método de trabajo. También doy clases en la universidad, y me encanta porque así puedo ayudar a los estudiantes. 

“Baby” de Belleville Baby es un gato, y “Lucky” de Lucky One es un hámster. ¿Tendrá también la tercera parte un animal?
Bien visto. El título que he pensado para la tercera parte es “Black Bird” (Mirlo), así que así es.

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(Traducción del inglés por Inés Seller)

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