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Gustavo Sánchez • Director de I Hate New York

“Mi película cuestiona lo que la sociedad nos impone”

por 

- El documental de Gustavo Sánchez, I Hate New York, retrato de cuatro valientes transexuales de la ciudad norteamericana, llega a las salas de cine españolas

Gustavo Sánchez • Director de I Hate New York
(© Mahala Marcet)

Después de su premiere en el último festival de Málaga, I Hate New York [+lee también:
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ópera prima como cineasta del periodista Gustavo Sánchez, apadrinado por los hermanos Carlos y Juan Antonio Bayona (Un monstruo viene a verme [+lee también:
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), ha recorrido festivales de cine de las más variadas latitudes, desde Japón a EEUU, pasando por Abycine, D’A, San Sebastián y Seminci en España. Ahora llega a las salas este documental que muestra la vida, las noches y la lucha de cuatro transexuales afincadas en una ciudad tan acogedora como hostil.

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Cineuropa: ¿Cómo ha sido recibido el documental en países tan dispares?
Gustavo Sánchez:
Empezamos las proyecciones internacionales en Londres, donde fue súper bien, con público de todo tipo y mucha curiosidad. En Italia también aplaudieron mucho y en Alemania conectaron un montón. Hace poco estuvimos en Nueva York, prueba de fuego con público que conocía tanto a las protagonistas como el mundo que refleja: las críticas decían que la película era muy neoyorquina, y les sorprendía que fuera tan bien retratara por alguien de fuera. Y acabo de volver de Tokio: algo increíble. En todas las latitudes, cuando acaba el film y se encienden las luces, me encuentro a gente limpiándose las lágrimas: conecta de forma universal con el público, algo que buscaba.

Sorprende en el film ese retrato amplio y diverso de la transexualidad, pues se muestra desde su hedonismo a la militancia.
He procurado hacer un retrato sin complejos ni prejuicios, poliédrico, que fuera una visión lo más amplia y matizada posible de la transexualidad. Todas las protagonistas, con sus acciones, desde la pista de baile, el escenario o los clubs, consiguen hacer política.

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, se da un momento de más visibilidad de la transexualidad...
La lucha por la visibilidad transexual es infinita, así que no debemos parar para defender la diferencia: es importante hacer de la diferencia un valor identitario, un motor de lucha. No ver la diferencia como una anomalía, sino como un valor extraordinario. Los derechos civiles son muy vulnerables. No es una lucha obsoleta ni de moda porque aparezca ahora en los medios: tenemos que luchar todos constantemente, sin perder la conciencia de la vulnerabilidad de nuestros derechos.

Porque se dan chispazos de (micro) homofobia incluso en ambientes tolerantes…
Sí, absolutamente. I Hate New York puede ayudar a abrir la mente de mucha gente: desde que me fui, en 2007, a NYC por primera vez, mi objetivo era derribar prejuicios, llegar a entender formas de vida no convencionales, de gente que crea desde los márgenes y acabé componiendo el retrato de cuatro personas transgénero porque todas tenían una capacidad extraordinaria de comunicar y de vivir. Sea micro o macro, la discriminación está ahí, así como el miedo a lo diferente, por eso es tan importante que se vean películas así, para empatizar con personas que consideras ajenas a ti… pero no lo son tanto.

¿Cómo te introdujiste en el mundo underground de NYC?
Yo me crié en Úbeda (Jaén), donde el acceso a la cultura, en los años ochenta, era limitado. Siempre he buscado espacios de creación que fueran reflejo de lo que sentía: cuando decidí viajar a NYC ya trabajaba como jefe de prensa del festival Sonar de Barcelona, pero una vez al año me iba un mes y medio, cogí la cámara y empecé a explorar lo que intuía que estaba pasando y no tenía representación en los medios. En Nueva York se cita gente de todo el mundo: me interesaba ese caldo de cultivo, con personas tan diferentes conviviendo, creando junto a otras parecidas y buscando afinidades. Entrevisté a mucha gente y descubrí a estas cuatro protagonistas, tan valientes, que representaban los valores que buscaba.

¿Tenías formación cinematográfica previa?
Estudié Comunicación Audiovisual y me fui con una cámara pequeña a investigar, sin otra ambición que retratar una escena que me parecía interesante. Estaba solo ante las protagonistas, logrando un grado de intimidad y proximidad tal que no hubiera sido posible si se hubiera hecho dentro de los parámetros de la industria, con una productora detrás y un equipo de diez personas. Tuve absoluta libertad. Hace dos años entraron los hermanos Bayona, que me ayudaron con la postproducción.  

Para terminar esta charla: ¿odias Nueva York?
[Risas] Para mí la película es un estado mental, una forma de cuestionar la realidad, de no asumir lo que la sociedad nos impone. NYC puede ser amada y odiada, pero es un lugar donde aterriza gente de todo el mundo, para hacer su vida y crear al margen de los límites impuestos; por eso me hace feliz, me estimula y me resulta un espacio único, absolutamente inspirador: tanto que no descarto volver a filmar allí, pues he tenido una relación alucinante con ella, más de amor que de odio.

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