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SAN SEBASTIÁN 2018 Competición

Icíar Bollaín • Directora

"Fue una apuesta del film incluir piezas de baile completas"

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- SAN SEBASTIÁN 2018: En la figura del bailarín cubano Carlos Acosta ha fijado su mirada Icíar Bollaín para construir su película Yuli, recreando su vida, desde su humilde origen hasta su éxito

Icíar Bollaín  • Directora
(© Lorenzo Pascasio)

Por tercera vez, la cineasta madrileña Icíar Bollaín compite estos días en la sección oficial del Festival de San Sebastián. Si en 2003 su film Te doy mis ojos [+lee también:
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se alzó con dos premios de interpretación para Luis Tosar y Laila Marull, esta vez su baza se titula Yuli [+lee también:
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y está basado en la biografía del bailarín cubano Carlos Acosta. Se trata de una coproducción entre España, Alemania, Reino Unido y Cuba cuyo guion ha escrito, de nuevo, como en anteriores títulos suyos, su pareja, Paul Laverty.

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Cineuropa: ¿Qué hace una directora madrileña como tú rodando una película tan cubana como ésta?
Icíar Bollaín: Es una biografía que le propusieron adaptar a Paul y como justo estábamos hablando de hacer algo de nuevo juntos, me lo propuso y me pareció una historia preciosa: cómo un chaval de un barrio humilde en La Habana, que ni siquiera desea ser bailarín, pero termina convertido en la estrella del Royal Ballet es un viaje alucinante. Paul se puso a indagar y descubrió que el apellido Acosta proviene de una plantación de esclavos: Carlos es el biznieto de un esclavo que termina bailando en Londres. También encontró esa relación contradictoria de Carlos con su padre, que vertebra toda la historia, y a quien Carlos, a pesar de todo, le dedica su libro: es un hombre a quien quiso mucho, a pesar de toda la dureza con que le trató. Y luego está Cuba, siempre candente, pero una Cuba de las familias y del arte, no de la política. Había mucha riqueza en el proyecto y encima con una apuesta clara: mezclar ficción y baile, pues había asuntos que se contaban mediante la danza, y eso ha sido muy bonito, tanto el trabajo con el músico Alberto Iglesias como con la coreógrafa María Rovira. El reto era que el espectador no se perdiera: nos metemos a bailar, pero el público sigue de la mano. Algo que sobre el papel quedaba muy bien era un riesgo: ¿Cómo ruedas el baile? ¿Te acercas o te alejas? ¿Dónde te colocas para mirar el baile?

¿Cómo te preparaste para ese desafío narrativo, viendo películas de Bob Fosse?
Sí, y Billy Elliot. Me di cuenta de que en muchos de esos films, a no ser que sean musicales, apenas se baila; la danza es un pretexto, como sucede en Cisne negro. Fue una apuesta fuerte en Yuli que viéramos bailes completos, así que hice casting entre bailarines, chicos que pudieran actuar: la cámara baila con ellos, porque no hay corte ni engaño.

El film aborda asimismo el hecho de tener que dejar atrás tu tierra para poder triunfar...
Esto sucede con cualquier disciplina de élite: si quieres ser el mejor tenista del mundo, tienes que ganar el grand slam allá donde se juegue; si quieres ser un deportista olímpico, tienes que ir a las Olimpiadas, donde te comparas con los mejores del mundo. Estas compañías de ballet forman la élite del mundo de la danza: para ver si estás entre los mejores, tienes que ir allí. No es que tu país no sea bueno en una disciplina, es que estamos hablando de la élite internacional en dicha disciplina. Y Carlos era un hombre muy apegado a su tierra y le costaba viajar: de hecho, su autobiografía se titula Sin mirar atrás (No Way Home), pues le costó mucho dejar Cuba.

El hecho de que parte de la acción transcurra en Londres ¿ha ayudado a levantar esta coproducción europea con Cuba?
Sí, el proyecto nace en Gran Bretaña y luego entramos nosotros; se plantea entonces rodarla en español, algo que le gustó mucho a Carlos, pues es su lengua, y después entró la productora española y detrás la alemana. Aquí, en España apenas le conocemos, pero en el Reino Unido él es una estrella: ha bailado 17 años con el Royal Ballet y sale continuamente en los medios de comunicación más populares, pues es una figura muy reconocida.

¿Por qué ocupa tanto espacio la infancia en la estructura del film?
A Paul le fascinó desde el principio el peso de la infancia, que es cuando nos formamos como somos. De ahí tuvo que elegir dónde focalizar la atención y eligió su relación con el padre. Al final Carlos dice: "Yo soy hijo tuyo, soy lo que he mamado de niño, aunque triunfe en todo el mundo". De ahí viene el título de la película, Yuli, que es el apodo con que le llamaban en su casa, mientras en el resto del mundo le conocían como Carlos Acosta. ¿Quiénes somos? Pues lo que fuimos, lo que empezamos siendo: es lo que nos define.

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