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Ofir Raul Graizer • Director

"Una historia sobre personas que no quieren ser definidas mediante identidades externas"

por 

- KARLOVY VARY 2017: Estuvimos con Ofir Raul Grazier, director israelí afincado en Berlín que debuta en el largometraje y compite en el festival checo con The Cakemaker

Ofir Raul Graizer • Director

Ofir Raul Grazier, guionista y director israelí de nacimiento y berlinés de adopción, compite con su primer largometraje, The Cakemaker [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Ofir Raul Graizer
ficha de la película
]
, en el festival de cine de Karlovy Vary. Cineuropa charló con él al cabo del estreno mundial de la cinta.

Cineuropa: The Cakemaker narra una historia íntima y encierra un poderoso mensaje político. ¿Por dónde empezó a la hora de idear el guion?
Ofir Raul Graizer
: El principio de la idea para una película generalmente me viene de un enfado o una frustración personal acerca de algún asunto político, religioso o social: cosas que son más grandes que la persona de a pie. Para mí, The Cakemaker era una historia muy personal sobre gente corriente en una realidad en la que el aspecto político no les afecta directamente en su día a día pero está presente y sí acaba repercutiendo en sus vidas, aunque no en los términos de lo que yo llamaría "un caso político". Es algo que conozco por experiencia propia: mi padre es religioso y mi madre es seglar así que crecí a caballo entre estas dos identidades, presentes ambas en mi vida hasta el día de hoy. Yo no quería que esto fuera lo primero que saltara a la vista porque, al final, lo importante es la tragedia íntima y personal de estas tres personas.

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Toda esta realidad religiosa y política es esencial en la vida: ser judío o laico en Jerusalem o ser alemán en Israel, ser gay, ser gay en una familia religiosa… Siempre quise contar una historia sobre gente que no quiere ser definida a través de identidades políticas, sexuales o nacionales. Gente que diga: "Me da igual esta identidad, soy quien soy. Quiero amar a alguien porque necesito estar cerca de esa persona, no porque soy homosexual o heterosexual".

¿Cómo escogió a sus actores?
Hacía seis años que ya sabía que quería trabajar con actores israelíes: Sarah Adler, Zohar Strauss y Sandra Sade son conocidos en Israel. Tenía sus fotos en mi escritorio como inspiración. Casi nos llevó seis años completar la película y cuando accedieron a participar en ella fue como un sueño hecho realidad. En cuanto al papel de Thomas, me pasé mucho tiempo buscando a un actor. Vi por lo menos un centenar de ensayos y acabé reduciéndolo a dos personas pero ninguna parecía encajar. Entonces, un día, me topé online con un tipo llamado Tim Kalkhof. Le hice dos pruebas y decidí que era suficiente. Tenía buenas sensaciones con él y era evidente que tenía mucho talento. No es una gran estrella pero espero que lo sea. Él me entendió muy bien.

¿Cómo estructuró la película?
Quería arrancar la cinta con una intuición del romance de dos hombres en Berlín sin exponer tampoco demasiado, no mostrando inmediatamente que es amor pero que sí hay una atracción sexual fuerte. Luego quería cortar, matar al tipo y, a través del punto de vista de Thomas, empezar poco a poco a hablar de Anat, convirtiendo la película, en parte, en el viaje de ella a la vez que cambiaba la experiencia de la relación con su amante de Thomas. Entonces, después de que Thomas y Anat hicieran el amor en la cocina, quería dar un aspecto totalmente nuevo a la relación entre dos hombres con un largo flashback que diera cuenta de lo profundamente enamorados que estos dos hombres estaban, cosa que aprovechaba para dar más detalles sobre el pasado de Thomas.

Los segmentos ambientados en Berlín y Jerusalem son muy distintos tanto estilística como emocionalmente. ¿Cómo construyó esta dinámica?
Cuando Thomas viene a Jerusalem, proviene de un lugar muy triste y melancólico. Sin embargo, cuando entra en la vida de Anat y ella le da una oportunidad, encuentra un lugar y una familia que lo acoge y le permite ser creativo y hacer sus pasteles. Es una alternativa a la forma de vida “alemana”, rígida y fría. La manera en que rodamos en Alemania también era mucho más estructurada e hicimos uso de diferentes cámaras y lentes. En Jerusalem, todo fue mucho más salvaje y alocado: rodamos en el mercado de los agricultores y en calles estrechas, corriendo de aquí para allá con las cámaras…

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(Traducción del inglés)

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