27/12/2016 - Entrevistamos al realizador anglo-noruego Jan Vardøen con motivo del estreno en las salas noruegas de su última película, House of Norway

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ficha de la película], tercer largometraje del realizador anglo-noruego Jan Vardøen, producido por su compañía Beacon Isle Productions. Esta película, cuyo guión ha escrito el propio Vardøen, ha tenido una acogida muy favorable en el reciente Festival de San Diego.

Cineuropa: Tu película trata un tema de una gran actualidad.
Jan Vardøen: En efecto. El año pasado, Noruega, como muchos otros países, registró una afluencia masiva de refugiados, y el sistema de acogida e integración existente ha demostrado ser insuficiente. Proporcionar ayuda a distancia no es lo mismo que tratar con migrantes todos los días. Hay miedo a que se produzcan roces. No los ha habido, porque la mayoría de los noruegos son generosos. Pero vivir en mutuo entendimiento no es cosa fácil.

¿Qué piensan estos migrantes de los noruegos?
Les parecen muy poco habladores, incluso entre ellos. También se sorprenden de que a nadie, o a casi nadie, se le ocurra preguntarles a ellos que acaban de llegar qué es lo que ofrecen o proponen. Hay una tendencia a convertirlos en víctimas a las que se trata con condescendencia, mientras que ellos disponen de recursos de los que la población local podría beneficiarse. Creo que podríamos, como hace por ejemplo Portugal, utilizar mejor las aptitudes y talentos de los migrantes, sin que ello suponga hacer con ellos una obra de caridad.

House of Norway es una comedia.
Una comedia satírica, precisaría yo, algo que a menudo resulta más eficaz, en mi opinión, que la lucha en las barricadas. He decidido integrar las cuestiones graves en un relato divertido, pero tales cuestiones siguen estando bajo la superficie. Es inútil insistir en lo que se da en llamar el problema de los migrantes. Todo el mundo está al corriente. Lo que yo ofrezco a los ojos es un espejo: el reflejo que vemos, el de la sociedad noruega actual, es en determinados momentos una caricatura deliberada.

Tengo entendido que el rodaje ha sido muy corto.
Así es. Nueve días en un gran hotel cercano a Ålesund, al borde de un fiordo magnífico que también tiene su lugar en la película. El proceso ha sido rápido, porque quería aprovechar al máximo el presupuesto reducido al que estaba sujeto. Hemos utilizado dos cámaras, y he tenido discusiones apasionantes con los responsables de fotografía, Nico Poulsson y Martin Otterbeck. Siendo los gestos, según creo, un recurso cómico importante, hay pocos primeros planos. Pero el humor de situación es apuntalado, por supuesto, por los diálogos, y realzado por el montaje de Anders Refn.

¿No has sentido la tentación de filmar tú mismo?
Pues no, porque tengo la oportunidad de estar rodeado de especialistas cuya habilidad me maravilla. Pero tengo un buen conocimiento teórico de todo lo que concierne a las cámaras, las lentes, los instrumentos ópticos, etc. Soy un autodidacta apasionado, siempre estoy escuchando a los demás. Los actores también me fascinan. Tienen una experiencia que yo no tengo. En consecuencia, no soy nada dirigista, elijo confiar en ellos, especialmente cuando ya he trabajado con algunos de ellos; es el caso de, por ejemplo, Hege Schøyen, Ingeborg S. Raustøl y Sven Henriksen.

Eres músico. ¿Has compuesto la música del film tú mismo?
Solo una parte. En la película se encuentran dos culturas, dos mundos: Shahrukh Kavousi, originario de Irán, afincado en Noruega desde hace más de 20 años, encarna a Ramin, y Gard B. Eidsvold es el director del centro educativo que se ocupa de inculcar buenas formas a los recién llegados. Por eso la música de Grieg encaja naturalmente con la música iraní que interpreta Javid Afsari Rad, un gran especialista del santur persa.

Ahora mismo estáis en plena gira de promoción.
Sí. Hay casi 200 cines en Noruega. He decidido visitarlos todos y someter mi película a la evaluación de personas de todos los medios, gente exterior al pequeño mundo oficial del cine, completando las proyecciones con debates. Esta experiencia es enriquecedora y me permite mejorar. Las películas islandesas e irlandesas recientes también son para mí una fuente de inspiración, y mi modelo es Ted Hope, el productor norteamericano de cine independiente. Siguiendo su ejemplo, estoy creando paralelamente una organización para ayudar a los jóvenes creadores: no se trata de financiarlos, sino de proporcionarles contactos, métodos de trabajo, consejos de expertos. Me gustaría contribuir a cambiar las mentalidades, acabar con los prejuicios. Contribuir a una vida mejor en común es mi preocupación constante.

(Traducción del francés)