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Michele Vannucci • Director

"No hace falta marcar las cartas"

por 

- Michele Vannucci habla de su primer largometraje Il più grande sogno, presentado en Venecia e inspirado en la vida real de su protagonista

Michele Vannucci  • Director
(© Biennale di Venezia - ASAC)

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entrevista: Michele Vannucci
ficha de la película
]
constituye el debut en el largometraje de ficción de Michele Vannucci y se estrenó en la sección Orizzonti de la Mostra de Venecia de 2016. Ahora, Antani, en colaboración con Kino produzioni, lleva la cinta a los cines italianos el 1 de diciembre. La comedia, el melodrama y lo policíaco se dan cita en esta obra, que nace de la realidad de la propia vida del protagonista, Mirko Frezza. En el film, Mirko tiene 39 años, acaba de salir de la cárcel y ha vuelto a su casa en la periferia de Roma. Elegido presidente del comité del barrio, decide soñarse una existencia diferente para sí, para la propia familia y para todo el vecindario. Alessandro Borghi, Vittorio Viviani y Milena Mancini también figuran en el reparto.

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Cineuropa: Has definido tu película como "realidad recreada". No cabe duda de queMirko no es nada más que un actor porque su historia inspiró el film.
Michele Vannucci : Con Mirko pensé siempre en la expresión americana "bigger than life". Hay personas en la sociedad, arquetipos, que trascienden su crónica, su propia biografía. Nati per correre, mi cortometraje de fin de estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia di Roma, fue la ocasión para encontrarnos, hace cinco años: hacía ensayos y pedía que los chicos trajeran figuras paternas. Alessandro Borghi llegó con Mirko. Entre ellos había una fuerte química, iban más allá de lo que había imaginado en la fase de escritura. De ahí nació un recorrido de compartición artística. El corto Una Storia Normale era un documental creativo a base de entrevistas; de ahí sale el guion de Il più grande sogno, y la consecución del premio Solinas Experimenta fue la confirmación de que podíamos hacer algo bonito. Formamos un equipo junto con la coguionista Anita Otto, Matteo Vieille en la fotografía, el diseñador de producción Lupo Marziale y el ayudante de producción Giovanni Pompili. Así, nos mudamos durante seis meses al barrio de Mirko. 

Y así llegaste a tu primer largometraje.
Quería debutar con una experiencia existencial, una verdad distinta de la que se ha venido representando en el cine sobre la periferia romana en los últimos 15 años. De hecho, cuando iba a ver a Mirko en su ambiente, no paraba de reír, no veía en ningún sitio la épica del mal de todo este cine. En esas entrevistas, Mirko se explayaba siguiendo la dramaturgia que habíamos preparado Anita y yo, con personajes inventados y un tema preciso: la responsabilidad en la participación social y familiar. Era un canovaccio, de modo que Mirko se viese sumergido en situaciones de ficción que vivía en un contexto real. 

¿No tenía miedo de que la situación se saliese de madre?
Me encantan las óperas primas en las que el autor se desnuda y muestra lo que sabe hacer, sin un director de fotografía oscarizado que hace la película en su lugar ni un montador que le ordena el relato. Se trata de un acto de fe hacia el futuro; no hace falta marcar las cartas.  

¿Cuál fue su relación con la producción?
La colaboración con Giovanni Pompili empezó con Una storia normale. Al final de aquella experiencia, me percaté de que había encontrado una persona con un punto de vista muy lejano respecto del mío pero con un gusto similar. El proceso de producción incide en la puesta en escena; me estimulaba la idea de que para esa persona también fuera el primer largometraje. Él quería, primero, obtener financiación para desarrollar la película pero con ese sistema habríamos perdido las premisas de la realidad que estaban vivas justo entonces. Insistí en que rodásemos el pasado verano y él tuvo el coraje necesario para empezar a buscar fondos paralelamente al rodaje. Fue un buen salto al vacío y ahora estamos en los cines.

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(Traducción del italiano)

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