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Agnès Varda • Director

"He tenido suerte, porque mis trabajos han sido valorados a pesar de no ser éxitos comerciales"

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- La directora analiza su carrera con motivo del Leopardo de Honor que le concede el Festival de Locarno

Agnès Varda  • Director

Agnès Varda sigue mostrando una envidiable lucidez a sus 86 años. Durante su visita al Festival de Cine de Locarno, donde recoge en esta 67ª edición el Leopardo de Honor como tributo a toda su carrera, hace repaso a seis décadas situada tras una cámara. En dicha conversación la directora parisina nacida en Bélgica destruye el mito de la nouvelle vague y explica por qué prefiere las formas del documental que las de la ficción a la hora de desarrollar su discurso cinematográfico. 

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Cineuropa: Se ha apuntado una infinidad de veces a su primer filme, La Pointe Courte (1954) como el origen de la nouvelle vague. ¿Usted se considera la fundadora de todo un modo de hacer cine?
Agnès Varda: Lo cierto es que cada uno de los directores a los que nos incluyen dentro de la nouvelle vague íbamos por nuestro lado. Claude Chabrol y Jaques Demy son muy diferentes. ¿Qué tienen en común ellos dos con Jean-Luc Godard? No se pueden colocar en un mismo cajón porque no hacían lo mismo. Nunca hubo una reunión en la que nos juntáramos todos en una misma sala y decidiéramos las directrices de una corriente expresiva... 

¿De qué se siente especialmente orgullosa en su carrera?
De haberme mantenido. Casi todas mis películas fueron fracasos comerciales. Solo Sin techo ni ley, un filme que resultó muy duro para mí, logró hacer dinero. Pero he tenido suerte, porque mis trabajos han sido entendidos y valorados por un determinado sector del público y por los festivales de cine. Mi objetivo siempre ha sido ser honesta con mi propio proyecto creativo y no me he dejado tentar por los cantos de sirena del éxito y la fama.  

El género del documental siempre ha estado muy presente en su carrera, hasta el punto de haber abandonado las historias de ficción en sus últimas películas.
Incluso a mis filmes de ficción les aplicaba una textura de documental. Me parecía lo más adecuado para dar veracidad al relato. Además me di cuenta de que prefería trabajar con personas reales que con intérpretes. Admiro a los actores, pero soy muy tímida y ante un buen actor siempre me he cohibido.  

Además de cineasta, antes fue fotógrafa y desde hace unos años artista visual. ¿Son públicos diferentes los del cine y el arte?
Completamente. Para empezar, una pieza de arte se muestra en un museo, entre tantas otras, y el espectador no tiene por qué pararse a observarla. Una vez que eso ocurre logras conectar con otro tipo de sensibilidad y la relación entre el creador y el que observa es más de tú a tú. Cuando presentas una película estás haciendo una declaración de intenciones ante mucha gente. Por otro lado, la obra de un museo no perdura y en cambio la película que hice hace sesenta años sigue influenciando en las personas. Esa es la magia del cine.

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