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Yves Dorme • Realizador

Le prix du pain : un documental para conocer cómo (sobre)viven los pobres

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- Cinergie se reúne con Yves Dorme, que ha realizado Le prix du pain, un verdadero escaparate sobre la pobreza.

Yves Dorme • Realizador

Le Prix du pain, de Yves Dorme, se estrena en cines el 24 de abril. En un momento en el que las desigualdades observadas en las repartición de los ingresos no deja de aumentar, es interesante saber y ver cómo (sobre)viven los pobres. Un trabajo que solo el documental puede plasmar. La riqueza de esta película ‒rodada con medios algo escasos‒ consiste en hacer que los espectadores descubran a cuatro familias, como las cuatro estaciones, personas vivas que intentan salir a flote en la tormenta de la precariedad.

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Cinergie: ¿Cómo has encontrado a los personajes de tu película?

Yves Dorme: Me acuerdo perfectamente de dónde me vino la idea de la película. Estaba en mi coche y escuché a un ministro afirmar que “el precio del pan se liberalizaría y que todo el mundo se beneficiaría de ello, los panaderos, los clientes…” Me dije que los pobres iban a pasarlas canutas, que se iba a tocar aún más algo esencial para una cierta parte de la población con la que yo había convivido en el pasado, cuando era educador. Dejé aparcado el asunto y cuando terminé mi primera película, tuve ganas de retomarlo. Quise reunirme con estas personas que, para mí, iban a pasar por dificultades. Me puse en contacto con la Réseau Wallon de Lutte contra la Pauvreté (red Wallon para la lucha contra la pobreza) y terminé encontrando a personas que pertenecían a la red en situación de precariedad. Enseguida intenté determinar lo que me interesaba al reunirme con ellos. Resulta que habían conocido la calle de una manera o de otra y que habían salido de ella. Era muy interesante porque, a menudo, lo dramático de las películas recae en la siguiente pregunta: ¿va a caer o no? Grabamos a personas que no consiguen pagar su alquiler, sus préstamos… Y a mí me resultaba interesante hacer lo contrario, coger a gente que había caído y ver cómo se han levantado y, finalmente, lo que era vivir siendo pobre. Como vienen de la pobreza extrema, no es evidente que vayan a volver a subir la cuesta.

C: Es una película de esperanzas, porque sentimos que cada personaje ha luchado y posee una energía increíble.

Y.D.: Para mí es una esperanza mitigada, porque la gente lucha, efectivamente, pero salir de la pobreza extrema es muy difícil. Desgraciadamente no salen airosos de forma indemne. Eso es lo que yo he querido mostrar también de su día a día, donde tiene que salir a buscar cada euro. Todos los meses tienen que intentar llegar a fin de mes, lo que conlleva mucha energía. Además, haber conocido la pobreza extrema no ayuda a restablecer una dinámica.  Sus vidas han tenido una verdadera fractura y uno no se repone así como así diciendo: “Se ha terminado, todo esto ha pasado”. El volver a encontrar trabajo, por ejemplo, es algo muy complicado.

C: Una persona de la película explica hasta qué punto es terrible vivir en la calle.

Y.D.: El matiz que él aporta es que la calle no es diferente de la sociedad. No hay un sistema solidario, es necesario que cada uno ocupe su lugar. No hay regalos, las personas sin domicilio fijo no se unen para intentar vivir mejor, se siente toda esa presión ligada al individualismo. Pensamos a menudo que la pobreza conlleva solidaridad, pero no es así para nada. Él deseaba sobre todo borrar esta imagen ingenua y preconcebida de que sí, son pobres, pero están juntos. Eso no existe. Hay sistemas solidarios, pero hace falta poder encontrarlos, hace falta sentirse bien y debemos también dar algo, los servicios con servicios se pagan. Intento mostrar esta complejidad en la película, porque muchas personas piensan que una vez que uno se encuentra en una situación de pobreza extrema, el sistema social se hace cargo de nosotros, las asociaciones de urgencia, etc. Tenemos la impresión de que la sociedad se ocupa de vosotros, que se os da dinero todos los meses, que se os ayuda para ir los hospitales, que podéis ir a comer de forma gratuita… Es por esto por lo que he querido mostrar el día a día, el cual no consiste en quedarse sentado en una silla, es ir a buscar estas ayudas, es justificar sin descanso. Yo quería contrarrestar esta imagen de perezosos, de vagos, de trabajadores sin contrato que se les asigna. Y, además, si vamos más lejos, nos damos cuenta de que todos los trabajadores autónomos trabajan en negro, hemos visto el problema con los médicos, con las sociedades industriales, etc. pero estamos enormemente obsesionados con las personas en paro, con los más débiles. El primer encuentro que tuve fue con una persona que no aparece en la película. Era una mujer que cocinaba con otras mujeres en un centro público de ayuda social y el ambiente era muy ameno. Entonces me dijo que una vez había intentado suicidarse y que no debía creer que ese ambiente de buen humor y el hecho de estar en ese momento todos reunidos eran algo representativo del día a día. Por otro lado, me dijo que se daba perfectamente cuenta de que la miseria no estaba aquí, que estaba en África, que ellos estaban en la pobreza y no en la miseria. Añadía que, a ratos, deseaba estar en la miseria, porque allí todo el mundo está en la miseria y no se señala a la gente con el dedo. La cuestión de que la gente te mire es extremadamente importante, insistían mucho sobre ese punto. Cuando Leticia piensa en su padre vagabundo, no sabe cómo hablar de él a los demás, si debe hablar del tema, si debe pasearse con él. Tiene miedo de las miradas de los otros. Todas las personas que viven en la pobreza hablan de este miedo.

C.: Varias de las personas presentes en la película trabajan y esto no es, a pesar de todo, suficiente. Tenía la impresión de que deseabas mostrar igualmente que nadie está a salvo de este tipo de precariedad.

Y.D.: Sí, además es eso por lo que he elegido a Leticia y Patrick, porque trabajan y saben perfectamente que a duras penas salen a flote. Hace falta saber también que las personas que se encuentran justo por encima de este límite no hablan, porque quieren remontar. Las personas que ya han caído no tienen nada más que perder y se atreven a hablarlo. Patrick no tenía ningún entusiasmo por hacer la película y, finalmente, aceptó diciendo: “Si yo no hablo, nadie lo hará”. Él conoce dentro de su entorno a numerosas personas que se encuentran en una situación similar; al menor contratiempo, se hunden, pero nunca lo hablan entre ellos. Él dice que no se siente pobre de por sí, aunque forma parte de ese 18% a 20% de personas que viven en situación de pobreza. No se considera una persona pobre como tal y no quiere serlo. Y yo quería que lo dijera en la película.

C.: Tenemos la impresión de que esto preocupa cada vez a más gente. Cada vez somos más numerosos los que podemos caer en la pobreza.

Y.D.: Efectivamente. Creo que una parte cada vez más importante de la población recorta su presupuesto de ocio y vacaciones para satisfacer sus primeras necesidades. Las zonas de riesgo se propagan. No estamos todavía en la situación de Grecia o de España, pero corremos el riesgo de llegar a ella. Es también por esto por lo que quería mostrar lo que es vivir siendo pobre, porque tenemos la impresión de que no es tan grave, de que el sistema social funciona bien. La situación general está cambiando profundamente y hay un sentimiento de culpabilidad entre algunos. Algunos creen que en parte es su culpa si las cosas se tuercen.

C.: Nos damos cuenta de que, a pesar del sistema de ayudas y apoyo, una persona necesitada vivirá siempre en la necesidad. Por más que digamos que si estamos en dificultades podremos dirigirnos a instituciones que pueden ayudarnos, este no es el caso.

Y.D.: Estamos en un sistema complejo. En primer lugar, olvidamos alegrarnos por la existencia de este sistema solidario, porque considero bastante increíble, a pesar de todo, que una persona con problemas pueda dirigirse a la sociedad de una manera o de otra. Creo que esto está terriblemente en el olvido, como si les dijéramos a nuestros abuelos, que lucharon para que esto exista, que este sistema de solidaridad es cualquier cosa. Es un sistema fundamentalmente bueno, incluso aunque no siempre esté bien puesto en marcha y que requiera evidentemente planificación constante. Para algunos, es un avance dirigirse hacia esos tipos de sociedad donde los ricos son más ricos y los pobres más pobres, pero para mí es una regresión histórica. Por ello, quería verdaderamente reunirme con la gente, pero haría falta una o varias películas que trataran sobre este sistema propiamente dicho a nivel político y económico. No tenía lugar para desarrollar este tema, pero espero que se pueda entrever una muestra de ello. Estaba también muy orgulloso de la crítica del periódico La Libre Belgique, que señalaba que en el camino hacia la austeridad, las personas que aparecen en la película volverían a la calle. Si no prestamos atención, numerosas personas van a caer, así que hace falta ver en qué tipo de sociedad queremos vivir.

C.: ¿No piensa que el documental revela una visibilidad nunca o muy poco evocada por la ficción y que asistimos, de hecho, a un nuevo progreso en el documental?

Y.D.: ¡Eso es lo que espero! Lo que está claro es que la revolución digital permite a todo el mundo grabar y realizar un documental de una forma bastante simple. Todo depende del interés que despertemos en la gente y de lo que queramos mostrar. Lo que me preocupa es que hay toda una parte del documental que solo muestra dramatismo. Está bien, pero me produce el mismo efecto que el periódico Le Monde Diplomatique: lo cierro y ya no tengo más ganas de moverme, de luchar, porque el contenido es tan pesado que te deja sin voz. Un poco como los telediarios, con los que asistimos a una misa negra cotidiana, donde se nos muestran horrores y miedos.

Intento salir de esto en mis películas. He cogido como conclusión eso que dice Guy: “Si vemos el mundo así solo creamos pesadillas”. Si miramos un poco a otro lado, nos damos cuenta de que el mundo es mucho más complejo. Hay personas que luchan, que lo intentan, que viven a fin de cuentas, pero esa gente, a esa no la vemos nunca. Es por eso por lo que ruedo, para proponer aquello que no vemos, lo que no queremos mostrarnos a nosotros mismos.

 

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(Traducción del francés)

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