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Rachid Djaïdani • Director

Amor, orígenes, fronteras

por 

- Hablamos con un cineasta que sorprendió a todos en Cannes con una admirable ópera prima rodada en nueve años fuera de los mecanismos habituales del sistema de la industria cinematográfica.

Una pequeña película se convirtió en toda una sensación: además de alzarse con el premio Fipresci de la Quincena de los Realizadores de Cannes en 2012 y de ganar el premio Cineuropa en el último festival de cine de Lisboa y Estoril, Hold Back [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Rachid Djaïdani
ficha de la película
]
, dirigida por el boxeador, escritor y actor Rachid Djaïdani a lo largo de nueve años sin contar con nada más que con considerables medios humanos, ha colocado a su protagonista, Stéphane Soo Mongo, en la senda de los premios César a los mejores actores debutantes.

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Cineuropa: ¿Cuál fue el punto de partida de la película?
Rachid Djaïdani: Las ganas de contar, mediante una historia de amor, esta hipocresía que se da en ocasiones entre los negros y los jóvenes nacidos en Francia de padres inmigrantes de origen magrebí; en especial, lo que toca a las mujeres, la relación entre una mujer y un hombre de orígenes distintos. Mi madre es sudanesa y mi padre, argelino. Desde siempre les oigo contar cuánto les han herido a cada uno; a ella la rechazaban los árabes y él sufría el desprecio de los franceses.

¿Ha evolucionado mucho el proyecto en estos nueve años?
Ser padre me hizo cambiar de enfoque. Me entraron ganas de acercarme a la luz. La oscuridad en la que habría sepultado la película al principio cedió parte del terreno. Hay una escena muy dura que representa la muerte, pero toma la forma del cine dentro del cine, dando pie a una evacuación virtual de la tragedia a través del séptimo arte.

La película en su conjunto da muestras de una composición muy fina y articulada pero conserva una gran espontaneidad. ¿Cómo consiguió este resultado?
En la puesta en escena, sigo las directrices de la escuela de Peter Brook. En cinco o seis años de trabajo común, he podido comprobar cómo analiza las fronteras humanas del actor y cómo las explota para que este aporte a la dirección su energía y su inventiva. El gran punto a favor de Hold Back es que conozco muy bien a todos los que participaron en la película –¡más me valía habiendo durado el proyecto nueve años! –, de manera que podía llevarlos al límite, acorralarlos. La escena en la que comparten el dátil, por ejemplo, fue toda una prueba. Youssef Diawara es negro pero también es egipcio, por lo que con el racismo de su colega, francés de origen magrebí, dio rienda suelta a todo lo que llevaba pesándole en el corazón durante mucho tiempo. Por otro lado, para Kamel Zouaoui, alguien formidable y un narrador extraordinario, mirar para otro lado ante tales atrocidades ha sido muy difícil.

La película es tan parisina como universal. ¿Cuál ha sido la recepción en los festivales de fuera de Francia?
Es maravilloso ver la acogida que ha tenido la cinta en todas partes. En Lisboa, por ejemplo, donde la comunidad angoleña es muy importante, vino gente para decirme cuánto les había aportado una experiencia tan cercana a su vida diaria. En Egipto, el público tuvo una reacción estupenda. En Inglaterra, algunos espectadores me dijeron que volviera pronto con otra película sobre los límites entre las clases sociales, porque, a fin de cuentas, de eso se trata, por eso la película es totalmente universal: en este caso hablamos de una árabe y un negro, pero entre un judío y un cristiano o, simplemente, entre dos personas de países o clases diferentes podemos encontrar el mismo fenómeno.

¿Trabaja ya en otros proyectos?
Estoy haciendo un documental sobre el trabajo del pintor Yaze y acabo de firmar para una película de ficción con Anne-Dominique Toussaint, de Les Films des Tournelles, productora de Respiro, Les Beaux Gosses, ¿Y ahora adónde vamos?, etc.

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