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Hammudi Al-Rahmoun Font • Director

"La relación entre actor y director puede ser algo sadomasoquista"

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- Hammudi Al-Rahmoun Font presentó en la sección "Las nuevas olas" del festival de cine europeo de Sevilla Otel.lo con la característica emoción del debutante

Con la película aún caliente tras salir, hace una semana, del horno de la posproducción, este profesor de cine en la ESCAC, de padre sirio, nacido en Barcelona en 1979 y criado entre esta ciudad y Arabia Saudí, se ha presentado en la sección "Las nuevas olas" del festival de cine europeo de Sevilla con la emoción de la primera vez.

Le acompañaban los jóvenes actores no profesionales protagonistas de este film experimental e independiente con el que la prestigiosa ESCAC (a través de su productora, Escándalo Films) apuesta una vez más por el lado más arriesgado y alternativo del cine tras haber lanzado carreras de cineastas hoy reconocidos como J.A. Bayona, Kike Maillo y Mar Coll. Producida por Sergi Casamitjana con 20.000 euros, Otel.lo [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
desnuda el rodaje de una adaptación del clásico del Shakespeare, donde se diluyen las fronteras del lenguaje fílmico y teatral, ficcionado y real, en un ejemplo más del subgénero "cine dentro del cine" que denuncia la manipulación, perversión y pérdida de valores, encarnado todo ello en los tres actores de la función y el director que les gobierna, interpretado por el propio Hammudi.

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Cineuropa: ¿Por qué ese interés de retratar las bambalinas del cine, con un director algo sádico?
Hammudi _Al-Rahmoun Font: Es un mundo que conozco. También me apetecía hablar de la ética profesional, la vulnerabilidad del actor y del poder de un director. Me parecía algo interesante de este oficio que se debía contar.

Todos hemos oído casos de actores que salieron espantados de algún rodaje.
Conozco el caso de una actriz que se suicidó tras trabajar con un director muy obsesivo, que llevaba a sus actores al límite. Existe esta relación de poder y sumisión, por lo tanto siempre hay riesgo de que sea peligroso. El código moral lo pactan actor y director: ellos tienen que establecer sus límites.

¿El poder pervierte: en un rodaje, en una familia, en el gobierno de un país...?
Si, conlleva mucha responsabilidad y es fácil que se te vaya la mano y pierdas la visión humana de las cosas. La relación entre director y actor puede llegar a ser un poco sadomasoquista, porque el actor se pone en sus manos con la voluntad de que le empujen a vivir cosas que por sí solo no haría: hay un poco de sumisión voluntaria. Al director le gusta poder sacar de alguien algo que ni él mismo cree que tiene. Es algo que da al arte algo especial y hace adictivo este trabajo.

La cámara es un personaje más en tu película: se ve continuamente a los técnicos en el fotograma, dinamitando así el artificio del cine
Sí, que tengas en plano al cámara o sonidista rompe la verosimilitud de la ficción con la ventaja de que nos acerca a los actores: así no ves tanto a Desdémona sino a Ann M. Perelló, la actriz que la encarna. Como es el actor quien va a sufrir el drama de la película, quería que el espectador se identificase con él. Romper esa regla de la ficción te acerca al estilo documental, a la verdad de las personas que están ahí.

¿Eres partidario de algún "método" o de alguna de las distintas escuelas de interpretación?
Son tantos los métodos que no me interesa uno en concreto; yo creo que lo fundamental es que haya verdad en la interpretación. Eso hace el trabajo del actor tan bonito e intenso. Hay que implicarse emocionalmente a tope con lo que se está contando. Pero existen muchos métodos para conseguir grandes interpretaciones sin tener que pasar por encima de las personas.

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