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Edmon Roch • Director

Garbo, el espía

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A finales del año pasado, un pequeño documental llego a las salas españolas. Su nombre, Garbo, el espía. Su autor, Edmon Roch, más conocido por su faceta de productor, en la que se ha labrado una gran reputación al mando de Ikiru Films (actualmente está dando los últimos toques a dos obras que darán mucho que hablar, la hispano-brasileña Lope, de Andrucha Waddington, y la épica Bruc, de Daniel Benmayor). Garbo se hizo enseguida con el favor de un público muy selecto, que hizo lo que hace todo cinéfilo cuando ve una obra inolvidable: recomendarla a sus conocidos. Así, este pequeño documental llegó a multiplicar por quince su recaudación inicial y en febrero ganó el Goya al mejor documental. Ahora llega a la 45ª edición del Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary como parte de la sección Variety Critics' Choice.

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Cineuropa: ¿Cómo descubriste la historia de Garbo y en qué momento supiste que había una película tras ella?
Edmon Roch: En 2004, una productora amiga mía me pasó un guión que había recibido un premio del ICAA, Basado en hechos reales. Lo leí, y fue un flechazo. No daba crédito. Pensé que la guionista había dejado volar su imaginación en lo que llamaba "una historia real" y empecé a investigar más a fondo... Tan solo para descubrir que la historia de Garbo era todavía mucho más increíble de lo que desvelaba el guión. En ese momento supe que queria hacer un documental, porque la ficción tiene que ser verosímil, y la historia de Garbo no lo es en absoluto. El documental en cambio tiene la ventaja de que tan solo tiene que ser verdadero.

¿Cómo fue el proceso de documentación?
Fueron cinco años de búsqueda en tres continentes, con una documentalista, Patricia Ruiz, que removió hasta el último rincón para recabar más de 700 horas de entrevistas, material de archivo, peliculas de ficción, de propaganda, animaciones, documentos clasificados y hasta filmaciones caseras, porque la historia de Garbo es como las cajas chinas: cada vez que piensas que has encontrado la última, al abrirla descubres que contiene otra en su interior, a cada cual más preciosa. El problema fue cómo convertir tanto material en una película de apenas noventa minutos y dejar fuera material muy valioso.

¿Cómo te explicas el éxito en taquilla de Garbo, algo no muy habitual para un documental?
A la historia que cuenta. Sea una ficción o un documental, todos vamos al cine para descubrir una historia. Y la historia de Pujol es tan extraordinaria, tan increíble, tan divertida y, además, tan transcendente para la historia del mundo contemporáneo, que es muy difícil dejarla de lado.

Tras muchos años como productor, te has lanzado con Garbo a hacer tu ópera prima. ¿Por qué has esperado tanto para pasar a la dirección?
Me gusta definirme como persona de cine. Espectador antes que nada. Luego, comentarista, productor, director, guionista. Como director, esperaba encontrar la historia adecuada: me he cruzado con otros que tienen tanta prisa por despuntar que acaban realizando piezas inadecuadas. Yo, desde que dirigí mis últimos cortometrajes en 1994, no tenía ninguna prisa. Además, como productor me siento con el deber de encontrar siempre al mejor director para contar una historia. Por primera vez, descubrí que esta historia la tenía tan clara que debía dirigirla yo.

¿Qué significa haber sido seleccionado en Karlovy Vary, sobre todo tratándose de una ópera prima documental?
Otro regalo más de Joan Pujol. Como todos los premios y reconocimientos que ha obtenido la película. Y una oportunidad maravillosa para conseguir que una historia tan extraordinaria como ésta acabe cruzando más fronteras.

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