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Frédéric Mermoud • Director

"Deseaba romper con la imagen de mujer policía, viril y en cazadora de cuero"

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- Tras una serie de destacados cortometrajes, Frédéric Mermoud, cineasta suizo residente en Francia, realiza su primer largometraje con una cinta presentada en Locarno y premiada en Chicago

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Frédéric Mermoud: Para hablar del deseo de una chica de veinte años a través de una historia de amor - que transpuse instintivamente en el ámbito de la novela policíaca – comencé a partir de un suceso sobre una banda de jóvenes de Neuilly que proponían sus servicios en Internet. No tenía la intención de tratar un tema social, sino narrar la historia de dos jóvenes caídos en las redes de la prostitución.

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En L’escalier y Rachel, dos de tus cortos, ya te ocupabas de adolescentes. ¿Te interesa especialmente esta etapa de la vida?
Para mí, “la edad de lo posible”, como bien expresa el título de una película de Pascale Ferran, está entre los quince y los veinte años. Es la época en que todo se construye y donde el presente se vive con una gran intensidad. El amor entre Rebecca (Nina Meurisse) y Vincent (Cyril Descours) es inmediato. No quería tratar una historia miserable, los jóvenes amantes son libres, asumen sus actos. Nunca son víctimas.

La historia de Rebecca y Vincent progresa en paralelo de la investigación realizada por dos policías interpretados por Emmanuelle Devos y Gilbert Melki…
La película se construye sobre dos tramas narrativas que se entremezclan. Por una parte, está la investigación de los polis que dura siete u ocho días – o sea una duración más bien compacta, sobre el método de la crónica - y, del otro, el romance de los jóvenes, que se inscribe en una estructura más dramática, en medio de aventuras y con muchos elipses. El lazo de estas dos capas crea una determinada tensión. Desde el principio, nos preguntamos qué pasó. ¿Por qué este cuerpo acabó en el Ródano? ¿Qué le ocurrió a Rebecca? La contribución sucesiva de información es suplantada por lo que experimentan los investigadores frente a sus descubrimientos.

Nina Meurisse, que encarna a Rebecca, aparece en dos de tus cortos. ¿Escribiste este papel para ella?
No exactamente, pero cuando decidí ambientar la película en el ámbito de la prostitución, tuve claro que Rebecca tenía que ser interpretada por una actriz que le inhalase un impulso vital, luminoso y solar. Una personalidad fría y mórbida, o una belleza gótica o evanescente no me interesaba.

Has vuelto a trabajar con Emmanuelle Devos, ya intérprete en Le créneau.¿Por qué le propusiste el papel de la inspectora Mangin?
Durante el rodaje de ese corto, ya trabajaba en el guión de Complices y el perfil de los personajes estaba casi definido. Obviamente, deseaba trabajar con ella de nuevo y le ofrecí el papel de la mujer policía. La idea de acabar con la imagen convencional de la mujer policía, viril y en cazadora de cuero, me atraía, y el personaje de la inspectora Mangin se distingue de modo radical.

¿Cómo has superado el escollo de los telefilmes policíacos y de las series televisivas?
¿Cómo es posible liberarse de la imagen del nuevo cine policíaco francés y de las series americanas que nos invaden? Para mi, la solución era acercarme lo más posible a los personajes y liberarme de las dificultades de la intriga. Durante la escritura del guión, buscaba la credibilidad perfecta prestando una gran atención a las secuencias, pero en la fase de postproducción me di cuenta que podía ser mucho más elíptico. Aunque la narración es bastante sofisticada, se trata básicamente de una película de personajes.

¿Cuáles escenas fueron las más difíciles a rodar?
Las escenas de sexo en los hoteles fueron preparadas minuciosamente. Explicaba la secuencia a los actores y les explicaba lo que iba a hacer y ellos comunicaban sus dudas y sus sugerencias. Estos planos fueron rodados la primera semana, con un equipo reducido. Adapté mi modo de dirigir a la disposición de los actores de apoderarse del espacio y el modo de moverse. En cuanto el movimiento de los cuerpos encuentra su ritmo, pueden realizar la interpretación que les conviene, y que me conviene también. Para mi, las escenas difíciles de rodar son aquellas donde no logro encontrar fácilmente este movimiento en el espacio.

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