23/06/2009 - Denis Dercourt es un atípico realizador de 44 años que confirma en cada película que es uno de los cineastas franceses más interesantes del momento

Licenciado en Ciencias Políticas y Filosofía y actualmente profesor del Conservatorio de Estrasburgo, Denis Dercourt es un atípico realizador de 44 años que confirma en cada película que es uno de los cineastas franceses más interesantes del momento.

¿Cuándo descubriste a este grupo de aficionados a la reconstrucción de la historia napoleónica que ha servido de base para Demain dès l'aube [+lee también:
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ficha de la película]?
Denis Dercourt: Hace mucho tiempo, a través de un reportaje. Esta pasión me había parecido bastante cinematográfica y también había leído que, en el ejército de Napoleón, los músicos eran llamados los “alejados de las balas”, ya que se mantenían alejados del frente. Al reunir las dos informaciones, me dije que había un tema. Pero varias veces comencé y abandoné este proyecto, ya que es muy difícil realizar una película sobre gente que se hace su propia película, convertir en iconos a gente que juega con los iconos.

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¿Hasta qué punto llevaste las investigaciones históricas?
Como músico, conozco bien esta problemática de la reconstrucción, de la fidelidad. También he recibido influencias del arte contemporáneo, que tiene muy en cuenta estos conceptos. Por naturaleza, me gusta documentarme: ser exacto, preciso, verídico y la película es bastante exacta históricamente. Si algo no lo era, siempre había alguien en el plató para corregirme, ya que un 80% de los soldados de la película son gente que llevan el uniforme todos los fines de semana.

¿Qué te interesaba del tema de la fraternidad, que es el núcleo de la película?
Como la historia es bastante compleja y se construye en dos niveles de realidad (el real y el virtual, el juego), era necesario aferrar esta idea a algo bastante fuerte emocionalmente e identificativo. En La última nota [+lee también:
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ficha de la película], había un sentimiento arcaico que es la herida de infancia, allí es el hecho de ocuparse de un hermano más frágil, un sentimiento bastante universal, aunque se percibe que el más frágil del dos no es necesariamente él que se cree.

¿Qué obras cinematográficas te han influenciado para esta película?
Eyes Wide Shut, de Kubrick, y Vértigo, de Hitchcock, me inspiraron para la identificación de los héroes. Son personajes en una época de desorden que viven una experiencia un poco extrema. Tom Cruise y James Stewart son muy guapos y en estas películas interpretan a personajes muy normales, pero nos damos cuenta que al interior no lo son tanto.

¿Cómo dirigiste a los dos actores principales?
Vincent ya no quería rodar películas de capa y espada: un poco como el héroe del filme que no quería entrar en el juego. En cuanto a Jérémie Renier, quería que actuase de manera muy física, mientras que Vincent es discreto y su interpretación, más introvertida. Tuve suerte de haber visto desde el primer encuentro que había una pareja de hermanos.

¿Cómo concebías el aspecto visual de la película?
La película tenía que ser bonita. Ya que se conoce a los jugadores por los ojos del pianista, es necesario comprender que hay algo de hipnótico, que nos dejamos persuadir por la belleza. Trabajamos mucho los decorados, el vestuario y la fotografía según este concepto de deslumbramiento, de desorden. Además, mi cine es muy subjetivo. Junto a Jérémie Rénier, se está en el universo soñado napoleónico muy bonito que él se imagina. La extrema dificultad de este tipo de película es el paso de un mundo al otro y era necesario una coherencia visual: las mismas tonalidades de vestuario por ejemplo cuando se pasa del contemporáneo a los trajes de época. También trabajé mucho sobre efectos de contraluz.

Vives en Estrasburgo y eres profesor de música, ¿eres el “alejado de las balas” del cine francés?
Pienso que es más enriquecedor si hay diversidad. Deseo seguir siendo músico, ver mucho arte contemporáneo, no hacer una película por el hecho de hacerla simplemente, visto que ya hay muchas. Y me parece que vale la pena intentar ir cada vez más lejos.