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BERLINALE 2018 Berlinale Special

Crítica: The Happy Prince

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- BERLÍN 2018: Con su nueva película, proyectada en la sección Berlinale Special, Rupert Everett vuelve a interpretar a Oscar Wilde hasta el límite

Crítica: The Happy Prince
Rupert Everett en The Happy Prince

El deseo de escribir, dirigir y protagonizar una película puede parecer un poco vanidoso, pero este es probablemente el mejor atributo que se puede tener cuando se hace una película sobre el autor de El retrato de Dorian Gray. Existe la idea de que algunos actores nacen para interpretar un papel, y esto fue lo que se dijo muchas veces de Rupert Everett cuando asumió el rol de Oscar Wilde en los escenarios londinenses en una reposición de The Judas Kiss deDavid Hare. Everett fue nominado a un premio Olivier a Mejor Actor en una Obra por su interpretación, y en otro momento también interpretó al alter ego de Wilde en adaptaciones cinematográficas de La importancia de llamarse Ernesto y Un marido ideal, pero resulta difícil verlo recibir el mismo reconocimiento por su rol en The Happy Prince [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, proyectada en la sección Berlinale Special del Festival de Berlín, lo cual solo nos demuestra que, después de todo, los actores realmente no nacen para interpretar ciertos papeles.

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La película, en muchas maneras, resulta una pieza complementaria de The Judas Kiss. El dramaturgo David Hare divide su historia sobre Wilde en dos actos: el primero se desarrolla en Londres del 1895, cuando Wilde es convencido por su amante Bosie Douglas de demandar al padre de este por haberlo llamado “sodomita”. El segundo acto de la obra tiene lugar en Nápoles después de que Wilde salga de la cárcel tras un cargo de grave indecencia. La película está ambientada en este mismo periodo tras dejar la cárcel, y nos muestra a Wilde como una figura atemorizada que insiste en seguir a su corazón incluso cuando está claro que este camino solo le llevará al dolor y a su propia destrucción. Everett muestra cómo la decisión de Wilde de continuar su relación con Bosie (Colin Morgan) lo lleva a la miseria cuando su pensión es suspendida por Constance (Emily Watson), su esposa con poco protagonismo en el filme, para luego encentrarse objeto de la consternación de su leal amigo Reggie Turner (Colin Firth con bigote).

Hay mucho que admirar en la manera en la cual este filme está estructurado y en la decisión de contar la historia de los años finales del autor, duros y generalmente ignorados, pero el problema es que Everett no tiene éxito a la hora de combinar todos estos cabos sueltos y convertirlos en una historia cautivadora. A medida que la narrativa pierde su rumbo, la energía y la perspicacia de las primeras escenas (y también de las ocasionales orgías) se convierten en un recuerdo distante al ver a Wilde siendo atacado en la calle y frustrado por Bosie. Estos son elementos para un cuento algo melancólico y lúgubre, y para intentar prevenir que la historia tome este rumbo, Everett introduce algunos momentos más alegres por medio del uso de escenas en retrospectiva que muestran los días en que Wilde vivió en París en tiempos más felices, mientras leía su cuento de hadas The Happy Prince. La alegoría y el ingenio del cuento también se vieron reflejados en la fabulosa iluminación y fotografía realizada por John Conroy, en donde vemos la acción desde detrás de algún obstáculo o mientras la luz es resaltada en una parte de la pantalla. Es simplemente una lástima que al final esta historia y su acción comiencen a deambular en lugar de impactar al espectador.

The Happy Prince fue producida por Maze Pictures de Alemania y por Entre Chien et Loup de Bélgica, en coproducción con Palomar de Italia, Cine Plus Filmproduktion de Alemania y Tele München Group, Proximus y RTBF de Bélgica, y en asociación con BBC Films, Lionsgate UK, Movie Management Corporation, Darul Prince Productions, Zielke Strat & Go International y Raindog Films. Beta Cinema se encarga de sus ventas internacionales.

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(Traducción del inglés por Javier Campos)

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