31/08/2012 - Xavier Giannoli estrena en la competición de la Mostra de Venecia una reflexión sobre la fama más centrada en las preguntas que en las respuestas.

Precedida de una moderada acogida en su estreno en Francia, la última película de Xavier Giannoli (Chanson d'amour [+lee también:
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ficha de la película]) parecía que iba a dejar helada a una parte de los festivaleros que descubrieron la película en la competición oficial de la 69ª Mostra internacional de cine de Venecia. Sin embargo, la historia capta la atención del espectador basándose en una buena idea que garantiza una prometedora trayectoria, al menos durante los dos primeros actos. Superstar [+lee también:
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entrevista: Xavier Giannoli
ficha de la película] comienza guardando un auténtico secreto y consigue crear cierta tensión en el fondo del tema, que destapa la fama y todo lo que de ella deriva y está relacionado con los realities.

Martin Kazinski (interpretado por Kad Merad, que ha vivido su propio salto a la fama en Francia tras el éxito de Bienvenidos al norte [+lee también:
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ficha de la película]) es un hombre normal, un cuarentón corriente, un anónimo por excelencia, y, debido a un inexplicable cúmulo de circunstancias, un buen día pasará del anonimato a ser una superestrella. La gente se da empellones para conseguir su autógrafo y echarle una foto. Le acosan por todas partes y su vida privada aparece en revistas y en Internet. ¿Pero de qué vida privada estamos hablando? Martin no cree que su vida sea interesante. Quiere que le olviden o que le dejen tranquilo y, sobre todo, desea comprender el porqué de esta rocambolesca situación (que nunca explica el guion). Parece que Fleur (interpretada por Cécile de France, con un papel que empieza a repetirse en su carrera) quiere ayudarle, pero forma parte del sistema que provoca toda esta miseria: un programa de televisión que busca información sensacionalista y que, después de invitar a Martin a su plató, le hunde aún más en esta pesadilla...

Superstar es en parte la antítesis de Reality [+lee también:
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entrevista: Matteo Garrone
ficha de la película], de Matteo Garrone. Una intenta huir de la fama, mientras que la otra la persigue a toda costa. Además de un descenso a los infiernos, lo que tienen en común los antihéroes de ambas películas es el ambiente de humildad en el que se mueven, el cuarto mundo calificado de trivial, algo que Xavier Giannoli considera como un insulto en su película. El director adapta libremente la novela L'idole, del francés Serge Joncour, y aprovecha para lanzar sus propias ideas sobre el imperio mediático francés. «Antes, los artistas se preguntaban cómo podrían hacerse famosos. Hoy, los famosos son los que buscan convertirse en artistas; la gente ve cosas que desprecia», eso es lo que pasa cuando «se quiere reír y entretenerse todo el día».

El personaje de Fleur no se equivoca. Ella ve en Martin a un mensajero que viene a decirnos algo, un mensaje que ni siquiera él conoce. En realidad, Martin viene para dar un toque de atención, pero hace sonar literalmente la campana en numerosas escenas de la película: hay algo que no funciona. Lo mismo ocurre con la mayor parte de los miembros del reparto, que desempeñan diferentes funciones (el cínico, el marginado con un gran corazón, la niña perdida...) y pocas veces un papel en sí. Sin esa profundidad, es difícil llegar a un público que no consigue identificarse con ninguno de los personajes en la película. La gente parece una multitud de posesos cuyas reacciones no son las de una persona normal. Quizás es eso lo que el realizador piensa de la sociedad o simplemente se trata de una simplificación de la puesta en escena, pero hay algo que debería haber sido normal y que no cuadra. A simple vista, no siempre es fácil representar la banalidad en el cine. Seguramente la distribución necesitará de la simpatía de Kad Merad para permitir que la película llegue más lejos de los 15 minutos de gloria que le ofrece la selección de un prestigioso festival internacional.

(Traducción del francés)