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TRIESTE 2018

Maciej Sobieszczański • Director

The Reconciliation es también un análisis de la violencia”

por 

- Maciej Sobieszczański habla sobre The Reconciliation, recientemente proyectada en Trieste, y explica por qué su drama sobre la Segunda Guerra Mundial es un relato muy contemporáneo

Maciej Sobieszczański • Director
(© Wojtek Rojek)

Elegido mejor director en el Festival de Cine de Montreal, Maciej Sobieszczański habla sobre su ambiciosa película, The Reconciliation [+lee también:
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, que se desarrollaba en el mundo del arte contemporáneo. The Reconciliation tiene una temática, un género y un estilo narrativo radicalmente distintos. Gira en torno a tres amigos: un polaco, un silesiano y un alemán que se conocieron en el campo de trabajo de Zgoda justo al final de la Segunda Guerra Mundial.
Maciej Sobieszczański: En cierta manera, The Performer fue “una parada” de camino a realizar The Reconciliation. Comencé a trabajar en mi propia película en 2007. Y sí, en muchos sentidos, fue un proyecto difícil de llevar a cabo, ya sólo por la obligación de una investigación histórica fiable. Pero para mí es importante el cambio de estilo y género; jamás desearía convertirme en un director que sólo hace un tipo de película. Lo que me interesa es una historia que me atraiga, que sea una aventura y, a la vez, que me permita hacer frente a un asunto o a un proceso concreto. Para poder ser director de cine, es necesario ser fuerte y testarudo, y tener la convicción necesaria para tomar el camino difícil. Y con “convicción” me refiero a la necesidad interior, inconsciente, de comunicarse con el mundo. Eso es el cine para mí: un lenguaje que utilizo para hablar sobre mis emociones más profundas.

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En The Reconciliation descubres un capítulo desconocido de la historia polaca, pero tengo entendido que no querías que fuese solamente una crónica.
Con frecuencia, durante la fase de preproducción me preguntaban si estaba haciendo una película de época. Yo no estaba de acuerdo, no quería The Reconciliation se considerara una película histórica. No estaba intentando hacer una especie de película de libro sobre un campo de concentración en Zgoda; se supone que siempre iba a ser un telón de fondo para mi historia. Tenía algunos estudios históricos muy bien preparados, pero sólo utilicé hechos que fueran relevantes para mi historia. Por ese motivo, reduje la presencia de algunos personajes, como Salomon Morel, que era el comandante del campo. En otras palabras, The Reconciliation es una película contemporánea, simplemente vestida con un disfraz histórico. Es como con las obras de Shakespeare – a nadie le interesa demasiado el destino de Hamlet o Ricardo III, lo que nos absorbe es la temática de estas historias. Para mí, The Reconciliation es un intento de comprender lo que ahora mismo está sucediendo en Polonia. Cómo es que la sociedad se ha dividido hasta el extremo de que a menudo hablamos de “dos Polonias”. Los protagonistas de mi película son tres amigos que han sido separados por la historia. Quería mostrar lo que puede suceder cuando las personas se centran en lo que las separa, en vez de fijarse en lo que comparten y lo que tienen en común. The Reconciliation es también un análisis de la violencia. Además, se trata de un tema muy oportuno; tan sólo piensa en el acoso o en el #metoo. Al mismo tiempo, este tema queda relegado, ya que a menudo hablamos de las cuestiones sociales, y no de la propia violencia. Y la verdad es que cada acto puede ser violento, hasta el sexo, que es lo que muestro en mi película.

Hablando del tema: el aspecto carnal es muy importante en tu película. Los cuerpos son sometidos a la violencia, son un refugio para la agresividad, pero también son capaces de dar amor. ¿Cómo fue tu trabajo con los jóvenes actores: Julian Świeżewski, Zofia Wichłacz y Jakub Gierszał, que dieron vida a personas que atravesaban situaciones extremas?
Cuando empecé a trabajar con los actores, comprendí que necesitaba dejar de lado una perspectiva psicológica y tomar una conductual. Era la herramienta apropiada para “descubrir” a mis personajes. Estaban viviendo en un mundo que nadie podía comprender plenamente, un mundo gobernado por los instintos, donde cualquier intento de análisis intelectual resulta imperfecto. Como en la escena en la que Erwin intenta salvar a Anna: piensa demasiado y por tanto fracasa.

Hice una prueba para 2.500 personas, y rechazaba inmediatamente a aquellos actores que “actuaban” demasiado. Sé que no “actuar” es una tarea difícil, porque lo último que uno debería quitarle a sus actores son sus herramientas psicológicas. No obstante, le pedí a mi reparto que confiara en mí y que creyera que esta clase de simplicidad de recursos de verdad aporta sofisticación. Creo que ésa es también la mejor manera de hablar de ese periodo de tiempo concreto, y de las personas que vivieron entonces. Generalmente, cuando veo La lista de Schindler, La decisión de Sophie o A Passenger (Pasażerka, dirigida Andrzej Munk), que son unas películas realmente geniales, soy capaz de ver que “actúan” mucho y eso me molesta de verdad.

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(Traducción del inglés por Marta Quirós)

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